Japón y el país centroamericano conmemoran 80 años de relaciones diplomáticas
Sabela Bello / EFE
Arreglos florales al más puro estilo japonés, en homenaje de la nación nipona, y danzas folclóricas salvadoreñas, como icono del país centroamericano, se unieron en un mismo espacio para dar la bienvenida a la princesa Mako de Japón, de visita oficial en El Salvador.
El ikebana, creado para la ocasión por artistas salvadoreños, fue la ofrenda con la que la delegación japonesa, encabezada por la nieta del emperador Akihito, fue recibida en la Cancillería de El Salvador, en donde se celebró un acto conmemorativo del 80 aniversario de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
El árbol maquilishuat salvadoreño y el cerezo japonés, «unidos por el color de sus flores», según palabras de la princesa, «se dan la mano juntando a dos países, lejanos en el espacio, pero cercanos en tantas cosas que los hermanan».
Flores de maquilishuat sirvieron, esta vez, para aproximar a la nieta de Akihito a su cultura, que inspiró a maestros floristas para realizar creaciones inusuales en el país centroamericano.
Colores llamativos, entremezclados con el verde que tanto identifica el paisaje de El Salvador, dieron lugar a un ambiente puramente nipón «perfecto», según la invitada, que se mostró «sorprendida» por la similitud de las obras florales creadas «tan lejos del origen del ikebana».
En un acto, al que asistieron representantes de la diplomacia de diversos países, con representación en El Salvador, la solemnidad y rigor protocolario fueron las notas dominantes.
La celebración, que tuvo lugar en el Salón de Honor de la Cancillería, estuvo presidida por la princesa Mako, acompañada del embajador japonés, Masataka Tarahara, el ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, Hugo Martínez, y el secretario de Cultura de la Presidencia, Ramón Rivas.
Las palabras de bienvenida fueron seguidas de bailes típicos salvadoreños ejecutados por los Emplumados de Cacaopera, grupo tradicional de la localidad de Morazán (este) y el Ballet Folclórico Nacional, cuyos miembros regalaron a la invitada danza, música y colorida vestimenta, típica del país.
El canciller salvadoreño, quien se confesó «emocionado» por la visita de la princesa, recordó que «son ocho décadas de importantes vínculos diplomáticos basados en el respeto y el apego que ambos países tenemos a valores fundamentales como la democracia, el Estado de Derecho y el anhelo de progreso de nuestros pueblos».
Los anfitriones insistieron que la presencia de la princesa en la nación salvadoreña «hace este momento más solemne y significativo para el país».
Las palabras del canciller lograron arrancar una leve sonrisa, acompañada de una reverencia, por parte de la homenajeada, que, fiel al estricto protocolo nipón, se mostró regia en todo momento.
El acto conmemorativo fue clausurado con la típica Procesión de los Farolitos, a cargo de un grupo de mujeres de Ataco (oeste), ataviadas con trajes tradicionales coloridos, que rompieron con la sobriedad del acto, provocando los vítores y aplausos de los asistentes.
La jornada del viernes, puramente cultural, llevará a la princesa a la Catedral Metropolitana, donde visitará la cripta del beato mártir salvadoreño Monseñor Óscar Arnulfo Romero, beatificado el 23 de mayo de este año, y al Teatro Nacional de Santa Ana, 66 kilómetros al noroeste de la capital.
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