Harune Onda tiene 16 años y estudia en preparatoria. Ahora le gusta ir a la escuela, pero cuando era niña ir a clases equivalía a vivir una pesadilla. Era víctima de ijime y tan mal la pasaba que dejó de ir al colegio en tercer grado de primaria, donde la insultaban, le pegaban y se mofaban de ella.
Su papá Shigeo (51) decidió entonces convertirse en su profesor en casa. Sin embargo, esa no fue la decisión más importante que tomó para rescatar a su hija, hundida anímicamente por el bullying, sino infundirle confianza y autoestima a través del ciclismo.
Shigeo confiaba en que su hija continuaría creciendo como persona aun sin asistir a la escuela.
Los viajes ciclísticos se iniciaron en 2008. Desde entonces, cada verano y sin falta, Shigeo y Harune recorren Japón en dos ruedas. En una entrevista concedida a Yomiuri Shimbun papá e hija cuentan su experiencia.
Los Onda, que viven en Tokio (Shigeo se divorció de la mamá de Harune hace diez años), han llegado a sitios como Hokkaido o la península de Kii, recorriendo más de 3.500 kilómetros.
Cuando la chica dejó de ir a la escuela estaba nerviosa y preocupada por lo que otras personas podrían pensar de ella. Fue en esas circunstancias que Shigeo comenzó a planear las excursiones ciclísticas para que ella se diera cuenta de que la vida no se acababa por no asistir a clases, para que supiera que había vida más allá de la escuela.
«Ya sea estudiando o en bicicleta, mi padre estaba siempre a mi lado. Por fin pude superar mi pasado y seguir adelante».
En su primer viaje en agosto de 2008 completaron una vuelta a la península de Noto.
Harune recuerda la alegría que sintió cuando hizo acopio de todas sus fuerzas para llegar a un faro en la cima de una colina empinada. Además, en el camino se encontró con gente amable que les devolvió sus cosas perdidas o les hizo regalos.
Antes del viaje, «no tenía ninguna confianza en mi propia capacidad o fuerza», dice Harune. Ella misma se sorprendió al descubrir que era capaz de pedalear tanto y cumplir una meta. Sí, había vida más allá de la escuela.
Tan entusiasmada retornó de la experiencia, que de vuelta en Tokio sacó libros sobre ciclismo de la biblioteca y le preguntó a su papá cuál sería su próximo destino. Así, los viajes entre papá e hija se convirtieron en una tradición.
Esta tradición no solo ha ayudado a Harune, sino también a Shigeo, a quien da fuerzas ver el esfuerzo de su hija, cuánto pedalea ella sin rendirse.
Los recuerdos son un tesoro para los Onda, que tienen un álbum con fotos, ilustraciones y apuntes sobre sus viajes. Cada año el tesoro se hace más grande.
«El ciclismo me ayudó a darme cuenta de que puedo hacer cualquier cosa si lo intento, y que puedo hacer lo mejor si pongo mi mente en ello», dice la chica a Yomiuri.
El trauma del ijime quedó atrás.
«Ya sea estudiando o en bicicleta, mi padre estaba siempre a mi lado. Por fin pude superar mi pasado y seguir adelante», añade.
Este verano, Shigeo y Harune replicaron el recorrido que hizo el primero cuando estudiaba en koko con compañeros de estudios y su profesor. Su viaje abarcó Nagano, Saitama, Gunma, Shizuoka y Kanagawa. Les tomó ocho días el extenuante viaje.
La experiencia fue particularmente conmovedora para Shigeo, que vio a su hija de 16 años hacer el mismo recorrido que él hizo cuando tenía esa edad.
Harune estudia ahora en segundo año de koko, tiene amigos (ya nadie le hace bullying) y es integrante de un club de anime. El próximo año tomará los exámenes de ingreso a la universidad. Ahora la vida le sonríe. Gracias al ciclismo y sobre todo a un gran papá. (International Press)
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Es presencia.
disculpen
La separacion de sus padres sin duda mermo la autoestima de la joven pero todo eso se revirtio con la presencia de un padre que con amor y paciencia supo conducir a su hija por el mejor camino .
La precensia de los padres en la vida de sus hijos , cuando aprenderemos que es muy importante mas que todo el dinero del mundo.
Solo la muerte puede justificar la ausencia o falta de uno de ellos.
Pero asi como va el mundo tan egoista me temo que avance.