«La caída de las bolsas está acabando con el optimismo sobre el ‘Abenomics'»
La crisis bursátil con epicentro en China y las bruscas fluctuaciones de divisas aumentan el riesgo de asfixia de la economía nipona y han puesto en jaque el plan «Abenomics», la estrategia de crecimiento del primer ministro Shinzo Abe.
El Gobierno nipón observa con creciente inquietud la convulsión en los mercados financieros mientras aumenta la presión para que aplique más estímulos y verdaderas reformas estructurales que saneen la economía japonesa.
En juego está el éxito del «Abenomics», un plan que hasta ahora había dado sus frutos más visibles en una escalada sostenida de la Bolsa tokiota y en los resultados récord cosechados por las grandes empresas del país en el ejercicio 2014.
El martes, el parqué de la capital nipona se desplomó casi un 4 por ciento hasta su nivel más bajo en casi seis meses, lastrado por una nueva jornada de nerviosismo en la Bolsa de Shanghái, el mismo motivo que la víspera causó la caída más pronunciada de Tokio desde mayo de 2013.
Son ya seis las jornadas consecutivas que Tokio cierra en números rojos, la peor racha desde que llegó al poder Abe en diciembre de 2012, con su ambicioso programa económico como gran baza electoral, y que disparó el optimismo entre los inversores nipones.
Las «tres flechas» del plan económico del Ejecutivo incluyen una agresiva flexibilización monetaria, un aumento importante del gasto público y una estrategia de crecimiento destinada a impulsar el gasto en el sector privado.
Además, desde el final de 2012 el «Abenomics» abarató fuertemente el yen, especialmente frente al dólar, lo que disparó los beneficios de los grandes grupos exportadores japoneses y catapultó al Nikkei, que acumuló una subida del 130 por ciento en tan solo dos años y medio.
Sin embargo, la persistente debilidad del consumo doméstico -que representa el 60 por ciento del producto interior bruto (PIB)- y la súbita apreciación del yen frente al dólar a raíz de la situación de China amenazan con ahogar a una economía que muestra signos de agotamiento.
El PIB nipón retrocedió un 1,6 % en el segundo trimestre a ritmo anual, lastrado por la debilidad del consumo y de las exportaciones, y en comparación con el trimestre anterior se ralentizó un 0,4 %.
En Japón se multiplican las voces que demandan políticas que den aire a la economía real, mientras que el Gobierno se ha limitado a señalar que está «observando con detenimiento las evoluciones de los mercados» y descarta por ahora medidas adicionales, según dijo el ministro de Finanzas, Taro Aso.
«La caída de las bolsas está acabando con el optimismo sobre el ‘Abenomics'», señala en un artículo el diario Mainichi, que también destaca la necesidad de «nuevas medidas» por parte del Ejecutivo y del Banco de Japón (BoJ), y señala «el aumento de la preocupación» dentro del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD).
Por su parte, el periódico Sankei advierte de que la evolución de la bolsa y del yen «pueden dañar al consumo interno y a las inversiones de capital de las empresas, además de recortar sus ganancias».
Los economistas insisten en la necesidad de que el Gobierno aplique el prometido tercer pilar del «Abenomics», un paquete de reformas del mercado laboral y en el marco normativo de las empresas destinadas a aumentar la competitividad, y que el Ejecutivo de Abe aún no ha concretado.
«La única forma de garantizar el crecimiento son las reformas estructurales. Sólo así Japón puede limitar impactos desestabilizadores desde el extranjero», señala en este sentido el analista Mitsumaru Kumagai, de Daiwa Securities, en declaraciones al Sankei.