Niño, aunque sus padres sean ilegales, tiene derecho a vivir donde ha nacido, dice abogado
«Japón es mi casa. Quiero llevar una vida normal y estudiar aquí», dice Utinan Won, un tailandés de 15 años que nació y se crio en Japón, y que jamás ha salido del país. Además de no conocer Tailandia, tampoco sabe leer ni escribir en tailandés.
Su hogar, su único hogar es Japón, resaltan el chico, pero no lo entienden así las autoridades de inmigración que lo quieren expulsar del país.
Por eso, Won ha interpuesto una demanda ante el Tribunal de Distrito de Tokio para anular la orden de deportación. La primera audiencia se llevará a cabo el jueves.
¿Cuál es la historia del adolescente? Kyodo la cuenta. La mamá tailandesa de Won llegó a Japón en 1995. Un bróker, también tailandés, le habló de un trabajo en un restaurante. Como sucede muchas veces, no había tal trabajo y la mujer tuvo varios empleos y, en esas andaba, cuando su visa caducó.
Cuando el bróker fue detenido por inmigración, la mujer se mudó a la prefectura de Yamanashi, donde comenzó a vivir con un hombre tailandés, el padre de Won.
Después de romper con el hombre, la mujer y su hijo se mudaron a varios sitios en Yamanashi, Nagano y Aichi, con el temor de ser descubiertos y posteriormente deportados.
Won tuvo una infancia dura. No iba a la escuela porque pasaba la mayor parte del tiempo escondido en su casa.
Sin embargo, sus ganas de estudiar lo llevaron, cuando tenía 11 años, a pedir ayuda a Oasis, una organización que ayuda a extranjeros en Yamanashi. Tras negociar con la junta local de educación, Won empezó a asistir a la escuela en abril de 2013.
Para ello, solicitó un permiso especial para permanecer legalmente en Japón.
Sin embargo, el mundo le cayó encima en agosto del año pasado cuando las autoridades de inmigración ordenaron su deportación.
Shunji Yamazaki, abogado de Oasis, defiende a Won: «Incluso si el padre es un ilegal, el niño tiene derecho a vivir donde ha nacido. Garantizar ese derecho es responsabilidad de la sociedad».
«Es cruel decirle (al chico) que viva en un país donde nunca antes ha estado, y (el gobierno) tiene que tomar medidas desde un punto de vista humanitario», añade.
La defensa legal del adolescente sostiene que la deportación va en contra de las directrices del Ministerio de Justicia nipón que conceden un permiso especial para permanecer en Japón (en casos, por ejemplo, de prolongada estadía en el país, que se aplica a Won, que toda su vida ha estado en Japón).
«Es como si me culparan de haber nacido en Japón y estuviera maldecido», se lamenta Won en entrevista con Kyodo.
El chico no pide el cielo, solo que lo dejen en paz para vivir su vida: «Quiero estudiar en Japón, crecer para ser un hombre decente y trabajar con honestidad». (International Press)