Relato apunta hacia un hipotético desequilibrio psicológico
Enrique Rubio / EFE
Andreas Lubitz, alemán de 28 años y copiloto del Airbus A320 que se estrelló el martes en los Alpes, hizo colisionar el aparato de forma voluntaria aunque sin aparentes razones terroristas, según las primeras conclusiones de la investigación.
El fiscal del caso, Brice Robin, anunció los descubrimientos tras el examen de la grabación sonora, extraída de una caja negra, de lo ocurrido en los 30 últimos minutos en la cabina del avión de la compañía Germanwings, que hacía el trayecto entre Barcelona y Düsseldorf con 150 personas a bordo.
El relato de lo sucedido, que apunta hacia un hipotético desequilibrio psicológico del copiloto, sin descartar otras motivaciones, ha estremecido a Francia.
En los primeros 20 minutos, el copiloto mantuvo una conversación «normal y cortés» con el comandante, pero cuando se oye al comandante preparar el informe para el aterrizaje en Düsseldorf, el copiloto responde de forma «lacónica».
En ese momento, el comandante le pide al copiloto que tome el mando -presumiblemente para ir al aseo a hacer sus necesidades- y se escucha el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cierra.
Una vez que se queda solo, el copiloto acciona el sistema de descenso y ya no vuelve a hablar hasta el momento de la colisión.
El comandante de la nave trata de regresar a su puesto, para lo que llama a la puerta y se identifica varias veces a través del timbre, pero al no poder abrirla trata de derribarla por la fuerza.
Los controladores aéreos de la torre del aeropuerto de Marsella tratan de contactar con él y lanzan un mensaje de socorro, pero Lubitz permanece en silencio y solo se escucha una respiración «normal», según el fiscal, hasta el momento del impacto.
«Ignoramos la razón, pero puede analizarse como una voluntad de destruir el avión», señaló Robin.
Las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del choque, según explicó en la rueda de prensa Robin, que descartó que el copiloto hubiese sufrido un desvanecimiento.
«En este momento, nada permite decir que se trate de un atentado terrorista», afirmó el fiscal, al tiempo que informó de que se ha pedido a las autoridades alemanas toda la información que puedan proporcionar sobre el copiloto.
Lubitz, que había comenzado a trabajar para Lufthansa -matriz de la aerolínea de bajo coste Germanwings- en 2013, tenía una experiencia de 630 horas de vuelo.
Según el fiscal, las pesquisas se centran en el entorno del joven, cuya familia se ha desplazado hasta el lugar de los hechos pero no se ha juntado con los allegados de los pasajeros.
Lubitz nació en Montabaur, en el estado federado de Renania-Palatinado (oeste de Alemania), y no estaba fichado por las autoridades judiciales francesas.
«Normalmente, cuando te suicidas, te suicidas solo, por eso no he pronunciado esa palabra, pero efectivamente te puedes plantear legítimamente la cuestión», indicó el fiscal a los medios.
Antes de comparecer ante la prensa, el fiscal se reunió con unos 200 familiares de las víctimas en el aeropuerto de Marsella para trasladarles toda la información de la que disponía, que había sido filtrada en parte la pasada noche por el diario «The New York Times».
«Los parientes hicieron muchas preguntas sobre normativa internacional, si era normal que el comandante saliese de la cabina…», dijo.
Algunos cuerpos de las víctimas comenzaron ya a ser rescatados ayer a última hora de la tarde, y ha comenzado la identificación del ADN de los restos recuperados.
El fiscal señaló que «a las familias les cuesta un poco creer lo que ha sucedido. Durante una hora y cuarto he intentado responder a sus preguntas, aunque algunos datos son muy técnicos».
Los parientes llegaron hoy a Marsella en sendos vuelos desde Barcelona y Düsseldorf, además de en un autocar desde la ciudad española, y tienen previsto desplazarse a la localidad de Le Vernet, cercana al lugar del siniestro, para visitar la capilla ardiente.