Artista japonesa lleva casi 40 años viviendo en una clínica psiquiátrica
Julia Talarn Rabascall / EFE
Repetitivo, alucinógeno y extático, así es el mundo que la artista japonesa Yayoi Kusama plasma en «Obsesión infinita», una exposición que da cuenta en Chile de la particular mirada psicológica de la reconocida artista nipona que lleva casi 40 años viviendo en una clínica psiquiátrica de Tokio.
«Visitar esta muestra es como entrar en la mente de Kusama», afirmó a periodistas uno de los comisarios de la exhibición, Philip Larratt-Smith, ante la instalación inmersiva «Estoy aquí pero no», que muestra un comedor cubierto de millones de puntitos fluorescentes que parecen ser una alteración perceptiva de quien lo observa.
Para Kusama, que dentro de dos semanas cumplirá 86 años, las instalaciones que sumergen al visitante en un universo de puntos y realidades infinitas son, según Larratt-Smith, una manera de «poner al espectador en su lugar y hacerlo partícipe de su condición psicológica, marcada por las obsesiones, los episodios alucinatorios y la despersonalización».
Con más de 100 obras -entre papeles, pinturas, esculturas, videos y espectaculares instalaciones-, la muestra ofrece una retrospectiva de la trayectoria de la precursora del Pop Art, del minimalismo y el arte feminista que siempre manifestó su voluntad de convertirse en una «celebridad mundial».
«Queremos que la muestra transmita una exploración de su nivel de invención formal y del desarrollo de su perspectiva única sobre el mundo a través de su arte», señaló el comisario.
A través de sus casi siete décadas de trayectoria, la artista -que desafió su destino campesino al huir del Japón rural donde sus ansias artísticas eran menospreciadas- ha renovado constantemente su estilo que ha tocado desde la pintura semiabstracta hasta la escultura, pasando por la performance y la instalación.
Organizada de forma cronológica, «Obsesión Infinita» da cuenta del paso de la rebelde japonesa por Nueva York, epicentro artístico de los 60, donde conoció e influyó sobre artistas como Donald Judd, Joseph Cornell y Andy Warhol.
Durante esa época, su obra se caracterizó, según Larratt-Smith, por la plasmación de su identidad como foránea pues «era la única mujer artista en una sociedad dominada por los hombres blancos así como una persona japonesa en un mundo artístico dominado por la mirada occidental».
Unos sentimientos que la artista muestra en un video en el que se le puede ver vestida con kimono, prenda tradicional japonesa, paseando sola por las grises calles de Manhattan.
Sin embargo, gracias a sus performances y a los vanguardistas eventos artísticos que organizó en la Gran Manzana, Kusama alcanzó fama y notoriedad, tras lo cual decidió volver a su tierra natal, donde se internó voluntariamente en un centro psiquiátrico del que sólo sale «para crear de forma compulsiva».
Uno de los elementos recurrentes de su obra hasta hoy, los espejos, también tiene su lugar en la exposición, en la que se exhibe su famosa instalación «Infinity Mirror Room» que, según los comisarios, «busca invitar a los espectadores a dejar en suspenso su propia percepción para sumarse en el viaje que Kusama hace hacia la anulación».
«Yayoi Kusama: Obsesión infinita» llega este sábado al Centro de las Artes 660 de Santiago de Chile tras presentarse en Brasil, Argentina y México, donde ha conquistado a dos millones y medio de latinoamericanos.
La gira por América Latina, que finaliza con la exposición en Chile, es, según Larratt-Smith, una muestra del interés de Yayoi Kusama por una «región que intriga a la artista que, lejos de estar loca, se mantiene muy al día con la actualidad mundial que, en gran medida, se centra ahora en Latinoamérica».
«Además, Kusama siempre ha querido dominar al mundo con su arte e inundarlo todo con puntitos. Así que la exhibición está dentro de su plan», concluyó.