Invasión japonesa de China provocó la muerte de más de 19 millones de chinos
Una organización no gubernamental china, la Federación de Petición de Compensación a Japón de China, ha pedido por carta al primer ministro japonés, Shinzo Abe, que su país se disculpe por las muertes que provocó en la masacre de Nankín de 1937-1938 y durante la Segunda Guerra Mundial.
Según recoge la agencia oficial china Xinhua, la carta, enviada a través del embajador nipón en China, Kitera Masato, solicita además que Japón extienda la disculpa a los supervivientes de aquella matanza masiva, y les pague una compensación económica.
«El Gobierno de Japón debería aprender de su historia en la Segunda Guerra Mundial», ya que su «redención» sólo puede comenzar «cuando se disculpe sinceramente ante las víctimas de la masacre de Nankín», dijo el presidente de la asociación, Tong Zeng.
Tokio ha pedido perdón en varias ocasiones por el «sufrimiento» provocado por su actitud en los años treinta, aunque en China y Corea del Sur no se han percibido como disculpas lo suficientemente completas y sinceras.
El próximo sábado se conmemorará en Nankín, a 300 kilómetros al norte de Shanghái, el 77º aniversario de la masacre iniciada en la misma fecha, en la entonces capital china, en 1937, donde, tras el cerco y la invasión de las tropas japonesas, se produjo una matanza que se alargó un mes y medio, cuyas cicatrices aún están vivas en China.
Aquel 13 de diciembre el Ejército japonés invadió Nankín y en las seis semanas siguientes sus tropas incendiaron y saquearon, violaron a decenas de miles de mujeres y asesinaron a entre 150.000 y 340.000 personas, según distintas fuentes históricas.
Desde 2014 China recuerda aquella guerra con dos nuevos días nacionales, el 3 de septiembre, como Día de la Victoria del Pueblo Chino en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa (el primero tras la rendición de Japón a los Aliados en 1945), y el 13 de diciembre, cuando empezó la matanza en Nankín.
Aquella sistemática masacre es todavía poco conocida fuera de Asia, aunque cada vez se la recuerda más gracias a libros como «La violación de Nankín», de Iris Chang, o películas como «Ciudad de vida y de muerte» (en chino «Nanjing! Nanjing!», de Lu Chuan), Palma de Oro en el Festival de San Sebastián en 2009.
Este «Holocausto chino» cuenta también con su propio «Oskar Schindler chino», el alemán John Rabe, representante en 1937 de Siemens en China, que encabezó a un grupo de 22 extranjeros que se quedaron en Nankín para crear una Zona de Seguridad Internacional para refugiados, que salvó a entre 250.000 y 300.000 personas.
Junto con Rabe, conocido por los chinos como «el buen alemán de Nankín», destacaron también los misioneros estadounidenses Minnie Vautrin y John Magee, cuya cámara grabó las primeras y más exhaustivas imágenes de la masacre.
Las copias de las cintas de Magee fueron enviadas a Estados Unidos y a Alemania para intentar, con la desesperación y la ingenuidad del momento, que las viera Adolf Hitler y protestara ante los japoneses.
Según las cifras que recogió en su libro Iris Chang, la invasión japonesa de China, entre el verano de 1937 y el final de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1945, provocó, entre asesinatos directos, soldados caídos y víctimas de epidemias, hambre y experimentos médicos, la muerte de más de 19 millones de chinos. (EFE)
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