Las comunidades rurales cada vez tienen menos habitantes
La aldea japonesa de Mishima tiene solo 379 habitantes. Necesita con urgencia gente, hombres y mujeres que le inyecten vida, dinamismo, energía. Por eso, ofrece una vaca gratis o 500.000 yenes (casi 4.700 dólares) a cualquier persona que esté dispuesta a mudarse y hacer su vida en la casi fantasmal localidad.
En realidad, el programa no es nuevo. Tiene más de 20 años y ha tenido una pobre acogida. Solo una persona eligió llevarse una vaca (y eso fue hace dos décadas) y poca gente tomó el dinero a cambio de arraigar en Mishima, revela AFP.
El caso de Mishima, por insólito que pueda parecer, no es el único. Otros pueblos ofrecen sacos de arroz, almuerzos escolares, atención médica sin costo y libre entrada a fuentes termales para fomentar la inmigración.
Se estima que la población de Japón (alrededor de 127 millones en la actualidad) podría caer a 86 millones en 40 años. Y las zonas rurales son y continuarán siendo las más afectadas por el declive de la tasa de natalidad y el envejecimiento de sus habitantes.
Hoy 1 de cada 4 japoneses tiene 65 años o más. En las próximas décadas, el ratio se elevará a 40 %.
Hiroya Masuda, ex ministro de Asuntos Internos y presidente del Consejo de Política de Japón, advierte sobre el desequilibrio demográfico que amenaza al país: los jóvenes emigran a las grandes ciudades como Tokio, que alberga casi la cuarta parte de la población japonesa, mientras que las zonas rurales continúan despoblándose.
«El país va a perder su equilibrio si Tokio se hacina y no hay nadie en el campo», le dice Masuda a AFP.
Para el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, la revitalización de las economías locales es fundamental para impulsar el crecimiento del país.
El ministro portavoz Yoshihide Suga reconoce que al gobierno le preocupa la decadencia del campo. “Construir fuertes comunidades rurales es una tarea crucial para nosotros”, dice.
Con el declive de la población, se reduce el número de contribuyentes y se recauda menos impuestos. Por ende, los servicios públicos son cada vez más difíciles de mantener. Y empeoran. El campo ofrece pocos incentivos a los jóvenes.
«Si mis hijos deciden que quieren irse cuando se hagan mayores, no creo que pueda encontrar una razón para detenerlos. No me puedo imaginar lo que este pueblo (Otsuchi) será dentro de 30 años», dice un residente.
En Nanmoku, una aldea situada a 100 kilómetros al noroeste de Tokio, el 57 % de su población tiene 65 años o más. Hoy tiene unos 2.200 habitantes y se calcula que en 2040 tendrá apenas 700.
Nanmoku ofrece almuerzos escolares gratuitos y atención médica a cualquiera dispuesto a trasladarse a la zona. Sin embargo, un funcionario de la localidad admite que la situación está empeorando y que no han encontrado la manera de enfrentar el problema.
La comunidad de Hida, ubicada en el centro de Japón, regala 60 kilos de arroz anuales por una década, mientras que Nikaho, en el norte del país, permite la entrada sin costo alguno a una fuente termal local.
Sin embargo, la mayoría de esfuerzos no está rindiendo frutos. (ipcdigital)