«Todas las empresas japonesas miran hacia Brasil», dice el primer ministro de Japón
Eduardo Davis / EFE
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunió hoy con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el marco de una visita que dejó 700 millones de dólares en créditos nipones para la agricultura y la industria petrolera brasileña.
En presencia de ambos mandatarios, se firmó un acuerdo para la concesión de un préstamo de 500 millones de dólares del banco Mizuho a la estatal Petrobras, y otro crédito 200 millones de dólares, con el que un grupo de empresas japonesas financiará proyectos agrícolas en las áreas de soja y maíz.
El préstamo otorgado a Petrobras financiará la construcción de ocho plataformas que operarán en el llamado presal, un reservorio de petróleo y gas situado en aguas profundas del litoral de Río de Janeiro, que guarda enormes reservas y en el que Brasil apuesta para convertirse en exportador de crudos en un mediano plazo.
En el marco de la visita de Abe también se firmaron acuerdos bilaterales dirigidos a fortalecer la cooperación en el área de la industria naval, que Brasil ha comenzado a recuperar en los últimos años.
Según esos acuerdos, Japón ofrecerá cooperación técnica a Brasil en la construcción de tres nuevos puertos y astilleros y también en la formación de ingenieros navales brasileños, mediante intercambios entre universidades de ambos países.
En un pronunciamiento junto a Rousseff, Abe declaró que ambos acuerdos reflejan la voluntad de Japón de establecer una cooperación mayor con Brasil en «todas las áreas», incluida la financiera, y destacó el interés de las compañías niponas por invertir en el país.
«Brasil presenta grandes oportunidades de inversión en petróleo, gas y energía en general», declaró el primer ministro nipón, quien aseguró que «todas las empresas japonesas miran hacia Brasil».
A su turno, Rousseff manifestó que las puertas del país están abiertas para la inversión japonesa y destacó que la colaboración en el ámbito empresarial puede ayudar a aumentar el flujo comercial bilateral, que en 2013 sumó 15.000 millones de dólares.
En ese punto, la presidenta reiteró su pedido de que Japón ponga fin a un embargo que mantiene sobre la carne bobina procesada en el estado brasileño de Paraná, que está en vigor desde 2012 debido a un caso de encefalopatía espongiforme bovina, conocida como mal de las «vacas locas», que finalmente fue considerado «atípico».
Rousseff subrayó que la inversión japonesa en Brasil ya llega a 32.000 millones de dólares, pero apuntó que existen oportunidades de gran magnitud en las áreas de infraestructuras y ferrocarriles, en las que Japón aún tiene una tímida presencia en el país.
La presidenta brasileña explicó que, durante la reunión, también fueron analizados diversos asuntos de la agenda internacional y, en especial, destacó el compromiso de Brasil y Japón con la reforma de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad de ese organismo.
Destacó que Brasil y Japón forman junto con Alemania y la India el llamado G4, «que insiste e insistirá» en la necesidad de que la ONU y el Consejo de Seguridad «se ajusten a la realidad mundial del Siglo XXI».
Tras el encuentro privado y la declaración conjunta, Rousseff ofreció un almuerzo en honor del primer ministro japonés y su comitiva, que supuso el último acto de la agenda oficial de Abe en Brasilia.