Un encuentro gris se definió por penales
Antonio Torres del Cerro / EFE
El arquero de la selección de Argentina, Sergio Romero, detuvo dos penaltis a Holanda (2-4) y llevó a la Albiceleste a la final del Mundial, en la que se medirá a Alemania, después de que ambas selecciones acabasen los 120 minutos sin goles.
Ni Leo Messi, ni Arjen Robben. Romero detuvo los penales a Wesley Sneijder y a Ron Vlaar y sentenció a Holanda, que peleará por el tercer puesto ante Brasil. Los argentinos, por su parte, convirtieron todos. Maxi Rodríguez hizo el último.
La Albiceleste, dos veces campeona del mundo, regresa a una final 24 años después y frente a Alemania, ante la que perdió en la final de Italia’90.
Las semifinales de hoy, en el Arena Corinthians de Sao Paulo, representaban un nuevo capítulo entre dos de los colosos del fútbol. Y quizá el más gris. En los 90 minutos reglamentarios, apenas hubo ocasiones claras para el recuerdo.
Tanto el seleccionador argentino, Alejandro Sabella, como el holandés, Louis Van Gaal, plantearon un esquema con muchas cautelas, cuyo resultado fue la ausencia de fútbol de ataque.
Una Holanda mejor plantada que Argentina fue la tónica del inicio del encuentro. Wesley Sneijder remató muy desviado un despeje de Javier Mascherano, que había rebañado con acierto un balón peligroso a Arjen Robben.
A partir de ahí, la ‘Albiceleste’ se enderezó. Estabilizó el centro del campo y exploró el costado derecho, el izquierdo de Holanda.
El empaque de Enzo Pérez, medio del Benfica, y la lectura de Ezequiel Lavezzi fueron esenciales para empujar hacia atrás a la ‘Oranje’. Los ajustes de Sabella ofrecieron resultados.
Una falta sobre Enzo la ejecutó floja Leo Messi, en una de sus pocas intervenciones en el primer periodo. Messi se ausentó en varias fases del primer tiempo, aunque cuando pidió vez, agitó.
Con las piezas ajustadas y presión en la salida de balón holandesa, Argentina daba la sensación de más equipo.
Robben apenas conectó y Robin Van Persie divagó entre Garay y Martin Demichelis. Las oportunidades escasearon, pero, si alguna de las selecciones estaba más cerca de adelantarse, ésa era la Argentina.
Tónica semejante tuvo el segundo tiempo. Mucho juego trabado y poca construcción.
La tríada Mascherano-Biglia-Enzo Pérez sofocó a Holanda, a la que le faltó calidad entre líneas. Enzo, sustituto de Ángel di María, participó con acierto en la creación y en la faceta defensiva. Sabella dio en el clavo.
Messi pululaba por varias zonas del campo, pero la ‘Oranje’ estaba atenta. Se situaban a tres encima cuando enfilaba hacia el área. Sabella refrescó a los suyos. Rodrigo Palacio sustituyó a Enzo, uno de los mejores del partido, y Sergio Agüero, recuperado de su lesión, a Higuaín, que realizó un meritorio trabajo en la presión. Gris, pero necesario. Argentina notó la falta de sus dos titulares.
Robben, marcado con uñas y dientes, como Messi, se empeñó en evitar la prórroga, pero su internada se cruzó con Mascherano, el mariscal de Argentina. El jugador del Barcelona evitó un remate franco del ’10’ de la ‘Oranje’ con un soberbio corte por abajo.
El extremo del Bayern de Múnich se calentó en el tiempo complementario. Se quitó a tres de encima, con túnel de por medio. Su centro lo despejó la defensa a córner. Ensayó un remate lejano desde la derecha, atajado por Sergio Romero. Fue el primero entre los tres postes de Holanda. Era el minuto 99.
Palacio, en una extraña descoordinación de la defensa de Holanda, se midió a Jasper Cillessen. Cabeceó flojo. También en la segunda parte de la prórroga, Messi agitó a la defensa naranja. Por la derecha, ningún defensor le paró, centró y Maxi Rodríguez chutó sin convicción. Los penaltis decidieron.
Con los cambios agotados, Van Gaal no ejecutó el movimiento de arqueros que hizo en Costa Rica. Sergio Romero fue el héroe al parar los penales a Sneijder y Vlaar.