Directora japonesa presenta una película sobre cómo la muerte nos une a la vida
Alicia García de Francisco / EFE
La japonesa Naomi Kawase llegó hoy al Festival de Cannes con «Still the water», una propuesta sensible y de gran belleza formal que trata temas tan básicos y trascendentales como la vida y la muerte desde una óptica fría que resalta aún más su contenido emocional.
«Sabemos que a partir del momento en que nacemos debemos morir algún día y sabemos muy bien que todas las personas que nos han precedido están muertas y que después de lo que han vivido y nos han transmitido, no hace falta ver la muerte con miedo», afirmó hoy la realizadora japonesa al presentar su película en la competición oficial de Cannes.
En «Still the water», una coproducción de Japón, Francia y el español Luis Miñarro, la realizadora cuenta la historia de dos adolescentes, Kyoko, cuya madre está muriendo, y Kaito, un chico callado y solitario que no asume la separación de sus padres.
Una película que se desarrolla en la isla de Amami, al sur de Japón, y de donde proceden los ancestros de Kawase, según ha descubierto la directora hace poco tiempo.
«Fue durante un viaje con mi madre biológica, mi madre adoptiva y mi abuela cuando lo descubrí. La sangre que corre por mis venas tiene su origen en esa isla. Durante nuestra estancia, al contemplar a esas tres mujeres que se lavaban mutuamente la espalda me ha entrado un sentimiento que hasta entonces no había sentido».
Y a través de ese sentimiento construyó una historia sobre la muerte como elemento que nos une a la vida porque los habitantes de la isla creen que es a través de la muerte que podemos establecer un vínculo con la vida, según explicó Kawase.
«En el mundo moderno estamos pensando siempre en el futuro y no en el pasado y por eso tenemos miedo al dolor», señaló la realizadora, quien resaltó que al morir se vuelve al lugar donde uno nació.
Así que, junto a la experiencia de la muerte que sufre Kyoko quiso situar la de la soledad que afecta a Kaito y que ella misma experimentó al ser adoptada.
Dos historias que confronta con la naturaleza desbordante de la isla, que domina la vida de sus habitantes, que lo asumen con la certeza de saber imposible un enfrentamiento.
«Intenté crear un estilo entre documental y ficción», que tuviera el aspecto más real posible para que el espectador se vea golpeado por la naturaleza, una naturaleza que puede ser peligrosa y a la que se teme, pero que no impide que los protagonistas de la historia sigan viviendo en ella.
Los habitantes de Amami «veneran la naturaleza como un dios. Dicen que más allá del mar hay un país que llaman Neriyakanaya, fuente de la abundancia y es ahí donde vuelve el alma después de la muerte».
Por eso, la realizadora ha querido mostrar no solo la belleza, sino el miedo que se puede sentir delante de la formidable fuerza de la naturaleza.
«No podemos mostrar la belleza si no mostramos la dimensión del miedo que puede provocar», precisó la directora, una habitual en Cannes, donde su cine es muy apreciado y donde consiguió la Cámara de Oro a la mejor ópera prima en 1997 por «Suzaku» y el Gran Premio del Festival en 2007 por «The Mourning Forest».
Con «Still the water» se vuelve a posicionar bien para lograr un premio con una historia que fue recibida incluso por lágrimas en algunos casos y que ha subyugado por su belleza y por la falta de dramatismo o sensiblería a la hora de mostrar la muerte.
Un realismo al que han contribuido, y mucho, los dos actores protagonistas, los jóvenes Jun Yoshinaga (Kyoko) y Nijiro Murakami (Kaito), que realizan unas fantásticas interpretaciones.
Los actores fueron elegidos por la realizadora para que no fueran vencidos por la belleza impactante de la isla, por lo que necesitaba que fueran tan guapos como fuertes, comentó Kawase divertida.
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