Pronostican que el país sufrirá un parón entre abril y junio tras subida del impuesto
Andrés Sánchez Braun / EFE
La economía de Japón creció en enero-marzo a su mejor ritmo en más de dos años, un dato que sin embargo no invita a la euforia ante los pronósticos que apuntan a un frenazo proporcional en el segundo trimestre por los efectos de la reciente subida del IVA.
El producto interior bruto (PIB) nipón se expandió un 1,5 por ciento con respecto al trimestre anterior y un 5,9 por ciento en relación al mismo periodo de 2013 impulsado principalmente por la escalada de la demanda que precedió al incremento del impuesto sobre el consumo que se aplicó el pasado 1 de abril.
Pese a que la subida fue solo del 5 al 8 por ciento, el consumo privado, que compone el 60 por ciento de la economía nipona, avanzó un 2,1 por ciento intertrimestral y un 8,5 por ciento en relación a los tres primeros meses del año anterior.
A su vez, la inversión de capital corporativo, otro importante componente del PIB nipón, creció en enero-marzo un 21 por ciento interanual y un 4,9 por ciento al compararlo con el dato del trimestre precedente, gracias a que las empresas intensificaron sus capacidades operativas para encarar esa escaldada de la demanda.
Semejante acelerón responde a la gran susceptibilidad que aún despiertan estas subidas impositivas en Japón, que únicamente ha vivido tres incrementos del IVA en toda su historia.
Por idéntico motivo la mayoría de analistas pronostica que la economía nipona sufrirá un parón entre abril y junio (los pronósticos menos halagüeños hablan de una contracción de más del 3 por ciento) merced a la previsible caída del consumo.
De este modo, el primer ministro Shinzo Abe y su Gobierno seguirán con atención lo que suceda en el trimestre actual, de cuyos datos macroeconómicos dependerá en buena parte la estrategia a adoptar en los próximos meses.
En ese sentido, los inversores nipones estarán muy pendientes de la profundidad que tenga el parón en la demanda durante este periodo, ya que un frenazo considerable podría invitar al Banco de Japón (BoJ) a aprobar una nueva inyección adicional de dinero para así poder lograr su meta de acabar con la deflación en el país.
A ese respecto, el deflactor de enero-marzo registró un avance del 0,01 por ciento y mostró que, al menos de momento, el banco central está bien encaminado.
En cualquier caso, la entidad ha subrayado ya la necesidad de que su política monetaria venga acompañada de una serie de condiciones que permitan que el país alcance una inflación del 2 por ciento interanual para el 2015 que le permita entrar en un ciclo más estable de crecimiento.
Entre estos requisitos se cuentan una reforma que permita flexibilizar el constreñido mercado laboral nipón o el que la subida en los precios se compense con incrementos salariales, dos objetivos que el Gobierno Abe aún está lejos de resolver.
Muchos economistas señalan también la necesidad de que Japón, tradicionalmente una potencia exportadora, vuelva a cosechar saldos comerciales positivos.
Y es que pese a que sus exportaciones crecen (lo hicieron un 6 por ciento intertrimestral) el saldo de sus importaciones lo hace aún más (aumentó un 6,3) merced a la abundante adquisición de hidrocarburos para compensar la detención de sus plantas nucleares a raíz del accidente atómico en Fukushima.
De momento, el primer ministro nipón tiene previsto presentar en junio los detalles pormenorizados de su plan de reformas estructurales que se centra en el sector agrícola y sanitario y en lograr una mayor incorporación de la mujer al mercado laboral nipón, uno de los más desiguales del mundo desarrollado.
Sin embargo, existen dudas razonables sobre el alcance que puedan tener las medidas que proponga Abe en estas parcelas, dominadas por poderosos grupos de presión, y de cara a lograr que las japonesas comiencen a desempeñar un papel destacado en la economía en un lapso corto de tiempo.