Sus hijos le recomiendan que se divorcie, pero ella cree que es vergonzoso
Una pareja de octogenarios en buen estado de salud y con solvencia económica. Uno piensa: tienen la vida resuelta, su existencia es plácida. No, al menos no para G, una mujer de más de 80 años que desde la prefectura de Hyogo le escribe a Yomiuri Shimbun en busca de orientación porque su vida es cualquier cosa menos plácida.
G ha descubierto que su esposo (que tiene la misma edad que ella) tiene una amante. Él mismo se lo dijo.
Ahora, su cónyuge no es un santo ni mucho menos. Desde que se casaron, siempre ha tenido amantes. G dice que han sido cinco. Todas estaban casadas y todas eran conocidas de ella.
La mujer pensó en divorciarse varias veces, pero –admite– no lo hizo por falta de valor. Tenía una empresa con su esposo que marchaba bien. Además, temía que el divorcio dañara a sus hijos. Así que aguantó, aguantó y aguantó. Más de 60 años.
Sin embargo, todo eso parecía cosa del pasado. Su esposo y ella compraron un condominio y traspasaron el negocio familiar a uno de sus hijos. Ahora, a disfrutar de la jubilación, pensó ella. Craso error. Él volvió a las andadas.
G creyó, ilusa, que su esposo se había enderezado, que a los ochenta y tantos años ya no tendría más amantes.
Fue un duro golpe enterarse de que su pareja no se ha encarrilado. ¿Qué hacer entonces? ¿Seguir aguantando como lo ha hecho durante más de 60 años? “No tengo ni idea de si debo vivir felizmente lo que me queda de vida siendo fiel a mí misma o darme por vencida y aceptar la situación como mi destino”, escribe.
Sus hijos le han dicho que se divorcie, pero ella se muestra renuente, cree que hacerlo sería “vergonzoso”. (Hay que tener en cuenta que creció en épocas más rígidas).
“Pensando en todo esto, no puedo dormir bien por la noche. Tengo problemas de salud, también, debido a las frustraciones que me causa este problema”, dice.
La crítica Keiko Higuchi, vía Yomiuri, la insta a tomar cuanto antes una decisión firme. “Esta puede ser su última oportunidad”, le advierte.
Por lo que cuenta la anciana, parece una mujer autosuficiente desde el punto de vista económico. Un divorcio no la dejaría sin medios de subsistencia. Esa es una gran ventaja, resalta Higuchi. Una razón más para divorciarse.
“Su marido le dijo que estaba teniendo una aventura. ¿Quiere decir entonces que está dispuesto a divorciarse de usted? Si él dice que está teniendo una aventura y luego espera que usted cocine para él como de costumbre, sin duda tiene mucho descaro”, remarca.
La crítica deja una pregunta flotando: “Si él le pide que no se divorcie diciendo que no va a tener más aventuras, o va arrastrándose hacia usted después de haber sido abandonado por su novia, ¿qué va a hacer usted? ¿Sería capaz de perdonarlo?”.
En todo caso, Higuchi le recomienda que empiece a dar pasos para separarse, empezando por la cuestión práctica: la división de bienes.
Por último, le dice que los tiempos han cambiado y que el divorcio ya no es motivo de vergüenza. Además, enfatiza que lo vergonzoso no es divorciarse, sino que una mujer aguante pacientemente a un mujeriego esposo todo el tiempo. (ipcdigital)