Mujer se angustia pensando que así vivirá el resto de su vida
E es una ama de casa sexagenaria que reside en Tokio y debe aguantar a su hostil suegra, con la que vive.
La mujer lleva casada 40 años y su vida no ha sido precisamente un lecho de rosas gracias –le cuenta al diario Yomiuri Shimbun, al que escribe en busca de orientación– a su nonagenaria suegra, que nunca se ha ahorrado comentarios o actitudes desagradables hacia E.
La madre de su esposo siempre está encima de ella. Qué hace, qué compra, dónde está. Hasta la controla cuando se toma un baño. ¿Por qué aguanta sus maltratos? Por sus hijos, responde E.
La anciana lleva casi 20 años en una silla de ruedas y pese a que E la cuida a diario, nunca se lo ha agradecido. En cambio, sí se muestra agradecida con los hermanos menores de su esposo (un hombre y una mujer), a pesar de que ambos no viven con su madre y, por lo tanto, no tienen que cuidarla.
Para colmo, se queja con frecuencia de la comida que E le prepara. O está muy blanda o está muy dura. Algunas veces no la quiere comer. Además, se mete en la vida de todo el mundo.
No todo es malo para E, pues su hija le da una mano, atenuando su tormento.
Su suegra siempre está en casa, excepto tres días a la semana en que acude a una casa de retiro.
Antaño E albergaba la esperanza de que la situación cambiaría con el transcurrir de los años, pero no ha cambiado en absoluto.
“No tengo libertad en mi propia casa y no puedo entrar ni salir libremente. Me angustio cuando pienso que voy a seguir viviendo así hasta el final de mi vida”, concluye E. (¿Y su esposo qué dice? Nunca lo menciona).
La crítica Keiko Higuchi, a través de Yomiuri, le dice que si uno vive así, aguantando, sufriendo, sin tener alivio o una válvula de escape, pierde la voluntad de vivir.
La suegra debería cambiar y tratar mejor a E, pero siendo realista, es muy difícil que la anciana mejore, dice.
¿Qué hacer entonces?
“¿Por qué no cambia usted en lugar de tratar de cambiarla a ella? Usted puede hacerlo de inmediato, una vez que esté lista para hacerlo”, le escribe a E.
“Ella va a una casa de retiro tres días a la semana. Tan pronto como esté fuera, salga usted de su casa y haga lo que desee. Por ejemplo, ir a ver una película. No importa si su casa no está siempre ordenada. También pídale a su hija que la lleve de viaje por unos tres días. No se preocupe por cómo se las arreglará su suegra cuando usted no esté en casa. Puede usar el sistema de breve estadía en residencias para ancianos, que fue diseñado para ocasiones como esta”, le aconseja.
E merece tomarse un descanso como recompensa por vivir con su suegra y cuidarla durante tanto tiempo, dice Higuchi.
Finalmente, le pide ser amable con la anciana, mantener la calma y no tomarse demasiado en serio sus palabras o su comportamiento. (ipcdigital)
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