Pedro Noguchi, el grupo Dharma y los fenómenos paranormales
Hay experiencias que nos marcan para toda la vida. La del exdekasegi peruano Pedro Noguchi cambió para siempre en 1997, a su retorno de Japón.
“Yo vivía en una vivienda de dos pisos más una azotea. Mi cuarto estaba en el segundo piso. Recién me había acostado, pero era tarde, como las 3 de la mañana. Escucho claramente que alguien baja por la escalera de caracol desde la azotea. Unos pasitos cortos y livianos. No eran como los de una persona adulta. Eso me puso en alerta, porque podría haber sido un ladrón. Los pasos se detuvieron delante de la puerta de mi habitación”, recuerda.
“La puerta se abrió de par en par y yo vi claramente la silueta de una persona que parecía un niño. Era como una sombra. Totalmente oscura. A pesar de que las luces estaban apagadas, esta cosa era más oscura. No le podía ver el rostro. Yo quise gritar y no me salió la voz. Este ser se sintió también sorprendido, tal vez de verme despierto. Sentí que me miró y cerró la puerta. Volví a escuchar los pasos que se iban a la azotea. Ahí recién reacciono, salto de la cama y salgo corriendo detrás. Llego (a la azotea) y no había nada. Era imposible que se escapara porque había una lavandería totalmente cerrada y con rejas. No podía haber saltado. No había nada”.
¿Quién o qué era ese ser o ente de baja estatura que apareció y desapareció tan misteriosamente de su vida? Pedro no lo sabe, pero la experiencia fue clave para que una década después decidiera crear el grupo Dharma, que se dedica a investigar fenómenos paranormales en Lima a través de medios técnicos.
Hasta entonces había investigado el tema, contactándose con gente con experiencias o intereses afines a los suyos, pero fue en 2007 que optó por sistematizar sus esfuerzos fundando el grupo que hoy integran ocho personas.
Aunque su trabajo se sustenta en la tecnología, Dharma también recurre a psíquicos para complementar su labor o que los apoyen cuando los instrumentos que utilizan para captar sonidos o presencia sobrenatural resultan insuficientes. ¿Qué es exactamente un psíquico? ¿Un vidente? “Es alguien que tiene cualidades sensoriales muy desarrolladas. Si cultiva su don, puede llegar a tener el don de la clarividencia”, explica Noguchi, que vivió dos años en Japón.
ALMAS PERDIDAS
Cuando una persona cree que en su casa habita un ente o un espectro, llama a Dharma para que haga un diagnóstico y aleje al intruso. Sin embargo, no siempre la perturbación tiene un origen sobrenatural, y ellos se lo dicen al dueño de casa para que no caiga en manos de charlatanes que para esquilmarlo inventan fantasmas.
Los legos llamamos fantasmas a todo ente no natural. No todos lo son. Pedro sostiene que existen varias categorías de seres. Hay almas de fallecidos, sí, pero también entes de origen no humano como las “entidades negativas del mundo espiritual”, que se alimentan de las emociones negativas y que, por lo tanto, son más propensas a desarrollarse en casas donde abundan conflictos, discusiones, miedos o enfermedades. Por el contrario, un sitio que irradia energía positiva neutraliza a los “parásitos que se alimentan de la negatividad”.
Hay almas estancadas, dice. Hombres y mujeres que tras su muerte se quedan atrapados en una especie de limbo, interrumpiendo su evolución a un plano superior. Son por lo general, asegura Noguchi, personas que han tenido una muerte violenta y buscan justicia o venganza.
“¿Qué hago aquí?”. “¿Dónde estoy?”. “¿Por qué estoy aquí?”. Preguntas recurrentes que Dharma ha podido captar de almas perdidas que no saben que están muertas. Como en la película “Los otros”, del español Alejandro Amenábar, en la que los fantasmas creen que están vivos (y que los vivos son los fantasmas).
En casas con presencia sobrenatural, Dharma se ha contactado con almas estancadas que, sorprendidas porque aún no son conscientes de que ya no pertenecen a este mundo, los han interpelado: “Esta es mi casa, ¿qué hacen acá?”. Como Bruce Willis en “El sexto sentido”, están muertos pero no lo saben.
DISPAROS QUE TODAVÍA RESUENAN
El distrito de San Juan de Miraflores fue escenario de enfrentamientos durante la Guerra del Pacífico (1879-1883) entre el Perú y Chile. Más de 130 años después, en la zona hay casas cuyos dueños ya se han habituado a escuchar ruidos extraños, como de cañonazos o disparos. Más aun, aseguran haber visto soldados.
En 2010, Dharma comenzó a investigar en una casa en San Juan de Miraflores donde estuvo apostado un batallón de reservistas. En otros sitios de Lima, como Miraflores o el Morro Solar (Chorrillos), donde también hubo choques bélicos, han podido captar, a través de sus equipos, frases como “nos atacan” o “chilenos” (la grabación de sonidos atribuidos a espíritus del más allá se llama psicofonía). Siguen investigando.
CON EL DIABLO NO
Pedro Noguchi ha sido testigo de posesiones demoniacas. Dice que en el cine se exagera (por ejemplo, la cabeza de Linda Blair girando como un disco en “El exorcista”), pero asegura que los seres poseídos pueden hablar en lenguas desconocidas, desplegar una fuerza mucho mayor a la que tienen en condiciones naturales y provocar que las paredes sangren. Eso sí, aclara que hay muchos casos de aparente posesión que no lo son, y cuyo origen son trastornos psiquiátricos.
Ellos investigan las posesiones, pero no son exorcistas, así que no intervienen. Intentan, sí, que los afectados busquen protección en su fe si son católicos.
Tampoco se involucran para deshacer pactos con el diablo. Noguchi revela que los llaman émulos de Fausto que, arrepentidos, buscan disolver sus tratos con el demonio. “No estamos en la capacidad de poder ayudarlos”, dice.
“NO HAY QUE ASUSTARSE”
¿Uno puede hasta cierto “acostumbrarse” a los fenómenos paranormales y perderles el miedo? Miedo siempre hay, afirma, pero no es ese miedo desaforado que te atrapa y paraliza, sino uno que puede controlarse.
Pedro Noguchi habla con naturalidad sobre su labor en Dharma, como si contactarse con almas de soldados fallecidos en el siglo antepasado fuera tan normal como tratar con clientes en una tienda. No hiperboliza, discurre mansamente, sin dramas. “No hay que asustarse”, dice, como el padre que intenta quitarle a su hijo el miedo al cuco. Ese mundo sobrenatural que lleva siete años explorando forma parte de nuestra existencia, está ahí y hay que aceptarlo.
Los miembros del grupo (de los ochos seis residen en el Perú) no viven de esto. Cada uno tiene su propio trabajo. Pedro, por ejemplo, pertenece a una empresa de venta de herramientas industriales. Le dedican al grupo las noches (sacrificando horas de sueño) o los fines de semana.
Pese a su experiencia, siente que tienen todo un mundo por delante por conocer. Resta muchísimo por investigar. Hay Dharma para rato. (ipcdigital)
Más información: www.dharmaparanormal.com