La obra de Brennand tiene una clara inspiración de artistas españoles.
A los 87 años, Francisco Brennand es uno de los artistas más reconocidos de Brasil por sus esculturas fálicas, cerámicas, pinturas y paneles de azulejo que colorean la ciudad de Recife, arte que evoca en algunas obras los mosaicos del artista catalán Antonio Gaudí (1852-1926).
«Los azulejos de Brennand nos hacen recordar los de Gaudí en el Parque Güell, en Barcelona. La obra de Brennand tiene una clara inspiración de artistas españoles como Picasso, Miró y Gaudí. Ya varios visitantes lo llaman el ‘Gaudí brasileño'», señaló a Efe la guía turística y especialista en museos Elisabete Vieira.
El misticismo del «candomblé», una religión afrobrasileña, también inspira muchas de las obras de Brennand, caracterizadas por el sincretismo de diversas culturas, que lo mantienen vigente a pesar de enfrentarse párkinson, que no le impide dibujar con trazos finos.
«Él consigue pasar su obra, su idea, a cualquier estructura. el dibujo siempre fue la pasión de Brennand, que comenzó a dibujar y pintar a los trece años. Pintar es una manía, es más reconocida su cerámica. Él es un genio, que interactúa con su espacio», afirmó Deborah Koutsellis, especialista en la obra el artista.
Según Koutsellis, Brennand consigue mezclar en su obra el arte clásico, que él mismo palpó de cerca en su periplo por Europa, con las características propias de su entorno en el nordeste brasileño, una región rica en cultura y tradicionales.
Él nanquín y los murales de tiza también sobresalen en la obra de Brennand, que utiliza también elementos literarios, como el estilo de cordel de su amigo Ariano Suassuna.
La incorporación de varios movimientos artísticos y el sincretismo y la inspiración en la mitología griega y romana son marcas de las obras de Brennand, que dice sobre él mismo: «No soy un artista original; pinto todos los días y todavía busco algo todos los días».
El artista tiene una casa en la orla de Recife, pero vive más tiempo «recluso» en su «atelier», el Taller de Brennand, que, actualmente, también funciona como museo, donde estaba la antigua fábrica de ladrillos de su padre.
Una de las obras más reconocidas del artista es «Obelisco», que está próximo al Marco Zero, en la llamada Recife antigua, además de los paneles de algunos edificios.
La antigua fábrica familiar de ladrillos y donde Brennand pasó su niñez alberga ahora 300 inquietantes piezas de cerámica, dibujos, pinturas y azulejos, además de los jardines proyectados por el renombrado paisajista Burle Marx.
«Huevo primordial», una obra icónica de Brennand y que remite al origen de la existencia del todo, permanece expuesta en uno de los jardines como una especia de templo.
«Mi inspiración es la arqueología en el sentido arcaico, primordial en el arte de las cavernas. La personas no innovan nada, todo viene de Grecia», comentó Brennand.
En los años cuarenta, Brennand viajó a Francia, donde estudió y se inspiró en las obras de Pablo Picasso y Joan Miró, con la cerámica como su principal medio de expresión.
Centenas de esculturas con formas abstractas, poderosas, retorcidas y que remiten a lo ancestral, al sexo, al nacimiento y a la muerte, se exhiben al público en las salas y jardines del museo.
«Todo arte del siglo XX busca lo arcaico. Esa es la lección de Paul Gauguin, en cuadros reconocidos como ‘Abapuru’, de Tarsila do Amaral», destacó Brennand.
Una de las obras más apreciadas del artista pernambucano es el busto de Edipo y Calígula, que representa las tragedias de la Grecia antigua.
El artista se deleita recibiendo a los visitantes del museo personalmente y contando lo que hay detrás de las obras, pues muchos critican el instinto sexual de sus obras y las confunden con una expresión de erotismo.
«Cuanto más pierde uno su individualidad, más se marca uno en el mundo», finalizó el artista. EFE