Un carpintero de 63 años sobrevivió a la tragedia gracias a un joven periodista
El 11 de marzo de 2011, Kiyoshi Abe, un carpintero que hoy tiene 63 años, manejaba de vuelta a su casa en una zona costera de Fukushima cuando, a unos cien metros delante de él, vio a un hombre que levantaba los brazos para formar una X.
Era una advertencia: un tsunami se aproximaba. De inmediato, Abe dio la vuelta a su vehículo y se dirigió a una zona más alta. Sobrevivió.
No supo nada del hombre que le salvó la vida hasta que un mes y medio después se enteró por la prensa de que Yukio Kumada, un reportero de 24 años del diario Fukushima Minyu Shimbun, estuvo en el mismo lugar en el que el desconocido le avisó del tsunami. Una cámara fotográfica colgaba del cuello de ese hombre, recordó. Kumada era él. Y estaba muerto.
Desde entonces, Abe no vive en paz. “¿Por qué no lo llevé conmigo cuando escapé?”, se pregunta una y otra vez.
Abe se reunió con la familia de Kumada, cuenta Mainichi Shimbun. “Yo debería haber muerto en vez de un joven que tenía un futuro”, les dijo. La abuela del fallecido periodista tomó una de sus manos y le pidió que viviera una larga vida por su nieto.
Sin embargo, el carpintero no halla consuelo. “Si hubiera esperado cinco segundos, habría podido recogerlo y habríamos podido escapar juntos. Soy un cobarde por haberlo abandonado”, se lamenta.
Han transcurrido casi tres años desde la tragedia, pero Abe aún sueña con su salvador, aún lo ve con los brazos cruzados en el aire. “Tengo que vivir sabiendo que sobreviví a costa del sacrificio de la vida de Kumada-san”, le dice a Mainichi. El dolor no pasa. Quizá nunca pase. (ipcdigital)