Muestra en Buenos Aires repasa la trayectoria de la artista de 84 años
Mar Centenera / EFE
«Obsesión infinita», la primera retrospectiva exhibida en América Latina de Yayoi Kusama, considerada la más importante artista japonesa viva, se despide este lunes del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) con más de 180.000 visitantes.
Con un promedio de 2.500 visitas diarias, la exposición subió al podio del Malba, que comparte con la muestra «Mr. América», de Andy Warhol, que convocó a 196.000 personas entre octubre y febrero de 2010, y la retrospectiva del argentino Antonio Berni, que en 2005 sumó más de 101.000 visitantes.
«La (retrospectiva) de Kusama reúne casi la misma cantidad de público (que la de Warhol) en la mitad de tiempo. Sigue habiendo filas de casi tres cuadras como desde el primer día», señalaron a Efe fuentes del museo, que ha extendido dos horas su horario habitual en la recta final de la exposición.
Celebridades, líderes políticos e incluso miembros extranjeros de la realeza, como la princesa de Japón Akiko de Mikasa, se cuentan entre los visitantes ilustres que ha recibido la muestra en la capital argentina de la «princesa de los lunares», como la bautizaron sus admiradores.
«Obsesión infinita», comisariada por Philip Larratt-Smith y Francis Moris, traza el viaje vital de Kusama, de 84 años, a través de más de un centenar de obras, que incluyen pinturas, esculturas, vídeos e instalaciones.
La exposición comienza con un recorrido por sus primeros lienzos, en un Japón arrasado tras la Segunda Guerra Mundial, en los que usó pinturas caseras y otros materiales improvisados.
Tras su traslado a Nueva York, en 1957, Kusama dio un salto en su carrera y adquirió notoriedad gracias a «performances» solitarias y a la reproducción en serie de símbolos, objetos cotidianos y hasta su propia imagen, características que la vinculan a Andy Warhol, al que conoció durante su residencia neoyorquina.
De su época en la capital cultural estadounidense son también las célebres «Acumulaciones», esculturas blandas de tela que reproducen falos como tentáculos amenazadores y evidencian la obsesión por el sexo de esta artista nipona.
Kusama regresó a Japón en 1973 y, cuatro años más tarde, decidió instalarse voluntariamente en una clínica psiquiátrica de Tokio, en la que reside desde entonces.
En el psiquiátrico la artista ha concebido, a partir de alucinaciones personales, algunas de sus obras más obsesivas, como la «Sala de los espejos infinitos» o las superficies moteadas.
Las instalaciones con luces y espejos fueron las grandes protagonistas de la muestra, junto a «The obliteration room» («Habitación de la anulación»), que el público porteño inundó con los lunares de colores que se han convertido en la seña de identidad de Kusama.
La artista, con su característica peluca roja, ha pasado de ser una gran desconocida para muchos porteños a convertirse en «trending topic» local en las redes sociales, por las que han corrido como la pólvora miles de fotografías de su obra.
«Esta muestra hizo que mucha gente que no había venido nunca al Malba se acercara al museo por primera vez», explicó Guadalupe Requena, responsable de prensa del museo.
Paralelamente a la exposición, el Malba y la editorial argentina Mansalva pusieron a disposición del público la primera traducción al español de dos de sus cuentos, «El escondite de los prostitutos de la calle Christopher» y «Acacia, olor a muerte».
La carrera literaria de Kusama se completa con trece novelas, una autobiografía y un extenso catálogo poético.
Tras su paso previo por Londres y Madrid, «Obsesión infinita» partirá de Buenos Aires rumbo a su siguiente destino, Río de Janeiro.
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