NEC cultiva fresas, Shiseido vende galletas y Bridgestone fabrica futones
Javier Picazo Feliú / EFE
A pesar de ser conocidas mundialmente como líderes en tecnología o del automóvil, la mayoría de las grandes corporaciones niponas realizan una diversificación extrema con divisiones de productos tan dispares como bombones, bicicletas o seguros.
En este sentido, poca gente sabe que una de las principales fuentes de negocio de Sony son sus servicios financieros, o que el fabricante de electrónica NEC cuenta con una división dedicada al cultivo de fresas, dos ejemplos de la enorme dispersión de las compañías japonesas.
Así, la creadora del mítico «Walkman», móviles, televisores o de la afamada videoconsola PlayStation, cuenta con la división «Sony Financial Holdings», apenas conocida y destinada a los seguros, con marcas como «Sony Life» y «Sony Assurance», y la banca, con su marca «Sony Bank», muy popular entre los jóvenes japoneses.
Esta rama incrementó en el pasado año fiscal 2012 un 15,6 % interanual sus ingresos, lo que le reportó a la empresa ventas por valor de casi 8.300 millones de euros, superando a las divisiones tradicionales de juegos, música, cine o televisores, y solo por debajo de «Sony Mobile», filial de ordenadores y «smartphones».
«En el pasado, las grandes empresas japonesas creían en el principio de ‘producto’, con lo que destinaban todos sus recursos en fabricar ordenadores o televisores al unísono» para copar el mercado, detalló a Efe Kenneth Alan Grossberg, experto en economía de la Waseda Business School de Tokio.
Grossberg, que organiza en Japón foros como el «Start-up Nation» sobre creatividad e innovación, cree que la gran diversificación comenzó con la idea de crear subsidiarias que sirvieran como «brazo para financiarse a sí mismas y mecanismo para estimular las ventas» mediante servicios de créditos, como ha sido el caso de Sony.
Al igual que el gigante tecnológico, los grandes fabricantes nipones del motor tampoco escapan a la diversificación y cuentan con negocios de banca y préstamos como el «Toyota Financial Services», del líder mundial del automóvil Toyota, con el que financian la compra de sus propios coches.
En su opinión, otras multinacionales niponas han encontrado en estos negocios diversos al objetivo principal «su gallina de los huevos de oro», como Honda, que a pesar de ser conocido por sus automóviles y motocicletas, fabrica también robots, como el simpático humanoide Asimo, o generadores energéticos para casas.
Del mismo modo, la electrónica NEC cuenta con un sofisticado sistema de invernaderos de cultivo de fresas en Japón, en un área de negocio que ha exportado a los suburbios de Pune, en el oeste de la India, y que se encuentra en plena expansión.
Otro ejemplo es el de Shiseido, una de las marcas más prestigiosas de productos de cosmética, que cuenta con la filial «Shiseido Parlour» en la que vende exclusivos bombones, galletas o bizcochos, mientras que Bridgestone, famosa por sus neumáticos, fabrica camas tradicionales niponas («futones»), bicicletas o palos de golf.
Muchas de estas «aventuras» empresariales en sectores completamente alejados de su principal misión de negocio nacen de adquisiciones de otras pequeñas marcas, en un negocio que, a pesar de que no siempre aporta los beneficios previstos, termina siendo rentable, según afirma el experto universitario.
Esta diversificación «puede resultar muy beneficiosa si la empresa grande sabe manejar de manera efectiva la marca que adquiere».
En este sentido, muchas empresas mantienen sus negocios subsidiarios casi desapercibidos, como los de Fujifilm, histórico fabricante de cámaras, que cuenta con líneas de cremas y productos de belleza para la piel bajo firmas como Astalift, Nanofilt o Lunamer.
Además, la empresa de carretes fotográficos también cuenta con el portal «Design Garden» donde vende carcasas para teléfonos móviles o camisetas, y con su filial Fujifilm RI Pharma, especializada en fármacos contra el cáncer.
Otras, como Kyocera, hacen impresoras y fotocopiadoras, y confían en su marca para vender también cuchillos de cerámica, paneles solares, joyas, anillos de boda o teléfonos móviles.
No obstante, Grossberg avisa de que la desaceleración económica y el temor ha provocado que «recientemente se esté produciendo un retroceso en esta diversificación extrema», para fomentar solo los productos y mercados rentables que reflejen «la fortaleza real» de estos gigantes empresariales en el mundo.