Curandera asesinó a seis de sus “pacientes” durante ritos exorcistas
Japón ejecutó el jueves a dos reos, entre ellos la primera mujer en 15 años, con lo que se elevan a siete los ajusticiados durante el Gobierno del actual primer ministro, Yoshihiko Noda.
El ministro nipón de Justicia, Makoto Taki, de 74 años, aseguró en una rueda de prensa que ambas ejecuciones fueron aprobadas sólo después de un minucioso análisis de las circunstancias y por el hecho de que los crímenes de ambos fueron «extremadamente atroces y crueles».
La reo ejecutada en la horca -el método que dicta la ley nipona- fue Sachiko Eto, una curandera de 65 años natural de Fukushima (noreste de Japón). Es la primera mujer ajusticiada desde 1997 y la cuarta desde 1950, año en que se comenzaron a recopilar los datos de penas capitales en Japón.
Eto fue condenada a la pena máxima en 2008 por haber matado a golpes a seis de sus «pacientes» durante ritos exorcistas entre 1994 y 1995.
El tribunal concluyó que la mujer asesinó a sus clientes con el supuesto objetivo de librarlos del diablo y, para poder culminar el ritual, dejó los cuerpos en su casa, donde fueron hallados por la Policía en avanzado estado de descomposición en un caso que conmocionó a la opinión pública.
El otro reo fue Yukinori Matsuda, de 39 años, condenado en 2009 y ejecutado en Fukuoka (suroeste) por haber robado y asesinado a puñaladas a un matrimonio de 54 años.
Amnistía Internacional (AI) en Japón expresó su «enérgica protesta» por las últimas ejecuciones y, en declaraciones de un portavoz a Efe, criticó la actitud del Gobierno y del ministro Taki, que en su opinión no ha sido capaz de asumir las «responsabilidades» del cargo.
AI recordó que Japón pertenece al grupo de 58 países, cerca del 30 por ciento del total, que aún mantienen la pena de muerte, una condena abolida en 140 países.
Según la organización, el sistema judicial nipón es lento y la mayor parte de los reos pasan sus días en el corredor de la muerte en condiciones inhumanas, recluidos en solitario y algunos con graves problemas mentales, mientras que la condena se ejecuta en el mayor de los secretos, sin aviso previo ni testigos. (EFE)
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