Las pestañas, el secreto de una mirada perfecta en Japón

Las japonesas buscan darle un toque occidental a sus ojos (foto Efe)

Todo vale para lograr el efecto de agrandar los ojos

Yoko Kaneko / EFE


Alargar las pestañas de las mujeres de todas las edades, aunque sea un solo milímetro, es el último desafío del mercado de la belleza en Japón, donde todo vale para lograr el efecto de agrandar los ojos y conseguir una mirada perfecta.

Las máscaras para extender o dar volumen y resistencia a las pestañas de las japonesas, que a menudo se quejan de su escasa longitud, ocupan los lugares más llamativos en tiendas 24 horas, droguerías o los clásicos espacios para cosméticos de los grandes almacenes.

«Desde hace algo más de una década el maquillaje para ojos está cobrando cada vez más importancia, aunque tradicionalmente los productos de belleza para mujeres se han centrado en la calidad de cutis», explicó a Efe un portavoz de Shiseido, una de las mayores firmas cosméticas de Japón.


La principal herramienta para las chicas que buscan agrandar sus ojos almendrados y darles un toque «occidental» es el rímel, un producto que en 2011 movió en el país asiático 35.171 millones de yenes (351 millones de euros) con 63 millones de unidades vendidas, según datos del Ministerio de Comercio Exterior e Industria.

No es raro que las mujeres niponas combinen, una sobre otra, varios tipos de máscaras: eligen con cuidado su color, su brillo, la forma del cepillo, su resistencia al agua y su capacidad para mantener un efecto prolongado.

Las más exitosas son aquellas que contienen fibras finísimas que ayudan a extender hasta un 50 por ciento la longitud de las pestañas.


«El concepto de belleza más buscado entre las japonesas de todas las edades es el de la mujer ‘kawaii’ (literalmente, «bonita o linda»), y unos ojos más grandes contribuyen a esa imagen ‘kawaii’ y juvenil», explica a Efe la veterana maquilladora Kaoru Shinoda.

La palabra «kawaii» sugiere en Japón algo más que simplemente «bonita»: es una mujer que inspira ganas de protegerla, con un toque delicado e incluso de sumisión, según Shinoda.


Para la maquilladora, la manera más directa de obtener un «look» de este tipo es acentuar los ojos y lograr así un aspecto juvenil, y recomienda aquellas marcas de rímel que dejan unas pestañas separadas, sin apelmazar, y con aspecto resistente.

La última tendencia en las revistas de belleza de Japón es el llamado «tareme» («ojos caídos»), que marca el párpado inferior y busca crear una imagen que mezcle suavidad, ternura y debilidad.

Pero hay que tener cuidado de que la máscara no se extienda a los alrededores de los ojos a lo largo de la jornada, ya que en ese caso las chicas pueden ser víctimas del indeseado efecto «ojos de panda», causado por las manchas oscuras del rímel.

En Japón, donde las operaciones estéticas no son muy habituales, la variedad de máscaras para satisfacer a las mujeres más exigentes es vasta, pero hay otras muchas formas de acentuar la mirada gracias a la pestañas.

Muchas menores de veinte años optan por las postizas, a veces visiblemente exageradas y que se pueden encontrar incluso en las tiendas de «todo a cien» por poco más de un euro.

«Empecé a utilizar pestañas postizas con 14 años. Ahora, si no me maquillo bien, mis amigas me avisan de que parece que mis ojos han desaparecido», dice a Efe Miki Ogura, una veinteañera presente en una feria de cosmética celebrada recientemente en Tokio.

Las mujeres en la treintena, que representan una importante parte del mercado nipón, suelen elegir un efecto más «natural» tanto si utilizan pestañas postizas como rímel, y en general adquieren productos de más calidad.

Por eso, en los productos para ojos hay dos franjas principales de precios: aquellos que rondan los 1.000 yenes (10 euros) y los que se mueven entre 3.000 y 5.000 yenes (entre 30 y 50 euros), dirigidos a dos generaciones diferentes con diferentes presupuestos.

Para las más adineradas, algunos salones especializados ofrecen permanentes para rizar las pestañas o extensiones artificiales. Este último es un minucioso proceso que supone adherir las pestañas artificiales una a una sobre las naturales con un pegamento especial, cuesta alrededor de 10.000 yenes (unos 100 euros) y su efecto puede durar un par de meses.


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