Japón está dispuesto a impulsar lo que se conoce como la “autopista del hidrógeno”. Por eso el Gobierno ha anunciado ayer que modificará en junio la normativa sobre la construcción de estaciones de servicio de hidrógeno para vehículos que se mueven con pilas de combustible.
Si esto fuera así, para el año 2015 Japón tendría unas 100 estaciones de hidrógeno en ciudades como Tokio, Osaka, Nagoya y Fukuoka. Hay trece empresas, entre fabricantes de automóviles y compañías de petróleo y gas interesadas en invertir.
Los carros con pilas (o células) de combustible son en realidad coches eléctricos, pero que usan la energía almacenada en el hidrógeno para convertirla electricidad. El medio para producir esta energía es vapor de agua.
Sin embargo, los altos costos para la implementación de una red de estaciones de hidrógeno ha impedido que las automotrices inviertan en la fabricación en masa de estos vehículos. Sin fuentes de recarga a la mano será difícil que se cree un mercado para carros con esta tecnología, sostienen las automotrices.
Según pruebas realizadas en estaciones prototipo que funcionan en Honda Motors, la recarga de un carro a hidrógeno solo demora 5 minutos y la energía obtenida le otorga una autonomía de 8 horas aproximadamente, suficiente para usuarios que emplean el coche para trayectos cortos como de casa a la oficina o para ir de compras.
Según el diario Nikkei, el gobierno japonés va a revisar la Ley de seguridad para servicios con alta presión de gas para facilitar la construcción de esas estaciones en zonas residenciales y distritos comerciales. Bajo las actuales regulaciones, las estaciones de hidrógeno sólo se puede construir en las zonas industriales.
Hasta finales del año fiscal 2012, Japón deberá contar con tres estaciones de hidrógeno experimentales en la ciudad de Toyota, provincia de Aichi, que serán construidas y operadas por Toho Gas Co. y otras compañías locales con subsidios del gobierno central.
La construcción de cada estación de hidrógeno cuesta alrededor de 600 millones de yenes (7,5 millones de dólares aprox.), un costo considerablemente superior a los 70 ó 100 millones de yenes (entre 750 mil y 1,25 millones de dóalres) de una estación de servicio de combustible común, según cálculos oficiales.
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