La fidelidad a su señor era la más grande de las virtudes para los samuráis. Como un buen ejemplo de esto los japoneses recuerdan a los 47 hombres que dieron la vida por su señor. La historia, conocida por los japoneses como Chushingura, es tan famosa y popular que ha sido llevada al teatro, cine y televisión con frecuencia.
En 1701, Asano Takuminokami, de 35 años, señor feudal del Ako (Hyogo), vivía en Edo, como todos los poderosos de esa época. Cada cierto tiempo, los señores feudales desempeñaban diferentes tareas encomendadas por el shogun, y a Asano le tocó ser el encargado de la recepción del enviado especial
de la Casa Imperial, que acostumbraba trasladarse de Kioto (sede de la Casa Imperial) a Edo.
Su superior resultó ser Kira Kozunosuke, el administrador de ceremonias, originario de Shiga y hombre conocido como muy orgulloso, culto, pero también soberbio y abusivo. Siempre hablaba mal de Asano y lo calificaba de provinciano sin educación.
Kira prácticamente extorsionaba a Asano pidiéndole dinero. Si éste no le satisfacía, Kira lo hostigaba ocultándole el horario de importantes reuniones ni le daba indicaciones sobre las estrictas formas que guardaban las ceremonias de la época. Asano sufrió muchas humillaciones bajo el mando de Akira.
Los historiadores japoneses dicen que el peor momento comenzó un día en que iba a celebrarse la ceremonia de recepción del enviado especial de la Casa Imperial en el castillo de Edo. Antes de recibir a los invitados, Asano preguntó a Kira dónde debía esperar a los invitados. «Usted debería saber ese detalle tan importante desde antes. ¡Cómo me pregunta ahora, es demasiado tarde!», le respondió Kira delante de varios señores feudales.
En otro momento, el secretario de la madre del shogun Tokugawa Tsunayoshi preguntó a Asano qué se podía regalar al Emperador. Kira, que estaba cerca, dijo en voz alta: «El señor Asano no sabe nada de cortesía y no
podrá contestar a su pregunta».
Presa de la cólera y cansado de tanta humillación, Asano atacó con su espada a Kira, que charlaba con otra persona en el Matsu no roka (pasillo del pino) del castillo Edo, causándole una herida en el hombro. Los que estaban en el lugar detuvieron a Asano.
Cuentan documentos de la época que en el interrogatorio, Asano reconoció que actuó por rencor hacia Kira, y éste declaró que no comprendía por qué había sido víctima del ataque. La sentencia del shogun extremadamente severa con Asano a quien ordenó que se quitara la vida haciéndose el seppuku (harakiri), mientras que Kira quedó totalmente libre de culpa. Esa misma noche, Asano cumplió con la sentencia.
La decisión de Tokugawa destruyó a la familia y al señorío de Asano. El 18 de abril de 1701, el castillo de Ako, donde vivían los Asano, fue entregado a un nuevo señor feudal y los samuráis que estaban bajo sus órdenes fueron expulsados del lugar.
Ellos estaban en desacuerdo con el injusto juicio. «¿Por qué sólo nuestro señor tuvo que ser castigado?», preguntaron.
A LA VENGANZA
Así comenzó a forjarse uno de los actos de venganza más famosos de la historia. Los inconformes samuráis empezaron a tramar una acción contra Kira, quien había cobrado mucho poder en la época y se rodeaba de un importante aparato de seguridad que hacía difícil acercársele y mucho menos atacado para darle muerte.
Por eso la acción debía ser meticulosamente planeada y ejecutada por sorpresa. El jefe de la operación fue Oishi Kuranosuke, el capitán de los samurái de Asano. Para no despertar sospechas en Kira, Oishi se convirtió en un libertino, abandonó su casa, se dedicó al alcohol y a las mujeres. Fingió lo suficiente como para ser considerado indigno de ser samurái e incapaz de limpiar el honor de su Señor.
Kira, que temía ser objetivo de ataque por las huestes de Asano, relajó sus medidas de seguridad al conocer la condición en que había caído el capitán Oishi y la supuesta dispersión de sus hombres. Un guerrero que se había degradado tanto no podía tramar nada contra él. Así pensó, pero se equivocó. La astusia de Oishi fue mayor.
El 28 de julio de 1702, los 47 samurái se reunieron en Kioto, donde vivía Oishi, para coordinar los detalles de la ansiada venganza por la injusticia cometida contra su señor. El 13 de diciembre, Oishi, de 44 años convocó una reunión para comunicar a los samuráis que el ataque se realizaría al día siguiente. La madrugada del 14 de diciembre, los 47 samurái disfrazados de bomberos en Honjo (Tokio) y macharon hacia la casa de Kira. Conformaban el grupo hombres de todas las edades, incluso un adolescente de 16 años y un hombre de 70 años.
A las cuatro de la madrugada empezó el asalto. La acción fue realmente sorpresiva. Eliminaron a los hombres de guardia y el grupo no sufrió ni una baja.
Kira, de 62 años, al percatarse del ataque, se escondió en un depósito de su casa. La búsqueda se hizo difícil porque ninguno de los 47 hombres conocía realmente el rostro de Kira y solo la herida causada por su señor en el pasillo de pino ayudó a reconocerlo entre los capturados.
La venganza había sido cumplida. Después del ataque, los samuráis se dirigieron al templo Sengakuji, en Takanawa (Tokio), donde estaba la tumba de Asano para mostrar la cabeza de Kira.
Según datos históricos, uno de los 47, Terasaka Kichiemon, se había quitado la vida poco después de la muerte de Kira. Los demás esperaron la sentencia del gobierno de Tokugawa.
El 4 de febrero de 1703, el shogun ordenó a los 46 samuráis hacerse el seppuku, una pena de muerte
honorable. Los cadáveres de los 46 guerreros fueron enterrados en el mismo templo Sengakuji, junto al cuerpo de su señor. (EH/IP Digital)
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