Nagoya Oceans sigue siendo el rey del fútsal japonés. Ni la tremenda mejora que han tenido el resto de clubes ha sido suficiente para acabar con su supremacía. El domingo, los Diablos Rojos de Nagoya se proclamaron pentacampeones una fecha antes del final de la Liga al derrotar por 3 goles a 2 al modesto, pero entusiasta Vesagy Oita.
El resultado es engañoso. Aunque el Oita tuvo dos ocasiones claras para llevarse el empate y hasta un triunfo surrealista, el Nagoya pudo haber marcado 4 ó 10 goles más. Patearon 18 pelotas directas al arco que entre alguna pierna oportuna y las intervenciones del buen golero Hisao Sadanaga impidieron que todas acabaran fueran al fondo del arco.
La tarde, con 2.560 personas en las graderías del Oceans Arena, encumbró al campeón, pero también consagró a su mejor jugador y goleador, el peruano Kaoru Morioka quea yer hizo un partido excepcional.
Marcó el primer gol a los 4′ de un potente derechazo desde fuera del área y aquietó la aguas marcando el segundo a los 14′, unos 45 segundos después de que el entusiasta Oita se pusiera 1 a 1.
Kaoru es hoy un jugador completo y a sus 32 años un portento físico. Es pura fibra y potencia. No pierde en ningún choque hombre a hombre y cubrirle los espacios para evitar sus arranques diagonales o sus desbordes laterales se ha convertido en trabajo extra para sus marcadores.
Pero mantener al peruano lejos del área tampoco resuelve el problema de su trascendencia en el campo. Atrás, en su propia cancha, Kaoru sabe qué hacer con la pelota. Ya no arriesga intentando juegos de cintura que podrían provocar un contraataque. Al contrario, asegura la pelota con simpleza y la entrega con seguridad.
En defensa, el peruano ya es una autoridad. Bloquea y recupera pelotas y se asocia con facilidad en las salidas. Le hace bien jugar junto a Rafael Sakai, un pivot brasileño zurdo que se complementa de maravilla con el peruano.
La madurez de Kaoru en la marca ha permitido que el equipo multipliqué sus opciones de ataque. En el papel Nagoya con pivot, pero en la evolución del juego puede tener tres o cuatro pivots que se van alternando, cada quien con una manera distinta e imprevisible de desbordar y atacar.
En el fútsal de hoy es complicadísimo jugar con un pivot a la uzanza antigua. Esperar la pelota en el vértice del área de espaldas al arco para girar y patear al arco o para dar la pelota a un alero que llega a velocidad es perder el tiempo.
El marcaje ha cambiado y desplazamiento táctico ha madurado. En la Liga Japonesa se defiende cada vez mejor y Kaoru ha desarrollado precisamente esta cualidad para ser, sin discusiones, el jugador más completo y efectivo del campeonato.
El partido de ayer fue la prueba de lo que hablamos. Tres disparos al arco, dos goles. Mucha participación en el juego, muchas recuperaciones de pelota y dos rechazos fundamentales en el área chica. Uno de ellos evitó el 3 a 3.
GOLEADOR ABSOLUTO
El peruano no es el 9 que espera que el equipo juegue para él sino 9 que juega para el equipo. El resultado salta a la vista. Sus dos goles de ayer dieron el pentacampeonato al Nagoya y sus 33 tantos le están convirtiendo ya en el Bota de Oro de 2011. El indiscutible goleador de la temporada.
Si el próximo domingo marca un gol igualará el récord histórico que está en manos del brasileño Rafael Yamada que milita en el Tokyo Fuchu. Si marca dos o más goles, el peruano será la historia.
Como profesional, Kaoru nunca ha marcado tanto goles como este año. Ni cuando en 2007 fue declarado Mejor Jugador de la Liga ocurrió así. Aquella vez hizo 14 goles, otros 15 en 2008, 16 en 2009 y 15 el año pasado.
¿Qué ha pasado en la vida de Kaoru para que este año haya explotado como goleador? Cuando en 2006 arrancó su vida como profesional todo el mundo creía que él se iba a cansar de meter goles, pero no ha sido hasta esta temporada, cuando muchos pensaban que por su edad podría entrar en un declive irremediable.
El peruano atribuye el cambio a la preparación física y mental que ahora tiene el Nagoya Oceans. El equipo no se aburguesa ni se deslumbra por las luces del éxito ni por la sofisticación que se vive en un país rico como Japón.
“Cuando vamos haciendo los ejercicios no es solo el esfuerzo físico lo que te exigen. El preparador está yendo junto a nosotros motivándonos, pero con otras palabras. Nos recuerda que tenemos que esforzarnos porque también tenemos una familia que mantener y que nuestros hijos y nuestras esposas nos esperan en casa para premiar con su cariño el trabajo de la jornada”, contó Kaoru a International Press.
Y este sentimiento de sacrificio por la familia para ser también la base de la solidaridad que el Nagoya Oceans transmite en el campo.
Así se entendió cuando Edil Amarantes, el genial entrenador del Nagoya, abrazado a sus jugadores en un costado del campo reflexionaba sobre el nuevo título conseguido.”Estoy muy agradecido de trabajar con ustedes, hombres de verdad que en los momentos más difíciles han demostrado que son una familia muy unida y solidaria”.
El efecto de la revolución psicológica que vive el Nagoya se ha traducido en el quinto campeonato de Liga, en los 105 goles marcados en temporada, en el título de campeón de Asia del año pasado y ahora en los 33 goles del peruano Kaoru, todo un ícono del fútsal japonés y quizá del mundo entero. (LA)
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