Que a mi marido le salgan canas, yo lo veo como que está más interesante, pero que me salga una de ellas a mí es sinónimo de que me estoy volviendo vieja.
Lo único bueno de todo esto, es que vamos sumando años juntos. Así es que mientras yo trato de ocultar alguna que otra arruguita, mi marido ni las nota porque últimamente sin sus anteojos, de cerca, no ve nada. No cabe duda que la naturaleza es sabia.
Se preguntaran qué hago yo hoy hablando como una anciana?
Para algunos recién tengo cuarenta y tantos, pero para otros ya tengo cuarenta y pico! Y para mí…. yo tengo la edad que tengo y estoy conforme con eso (y qué más da, la vida es para vivirla y no para mantenerla congelada). Y aunque apenas he salido del shock de pasar de base 3 al piso cuatro (que para mí fue todo un proceso) ahora me vienen con que nací en el siglo pasado!
Felizmente soy una desgracia para las matemáticas, por eso, en vez de pensar en números me dedico a pensar en letras, aunque eso signifique que a los 40 y tantos ya no estemos en primavera.
De 0 a 19 años, primavera, de 20 a 39 verano, de 40 a 59 otoño y de 60 hacia adelante invierno. No estoy segura si esto es cierto, pero es lo que alguna vez me dijeron. O sea, resulta que estoy tocándole la puerta al otoño. Pero ojo, eso no significa que me esté secando aunque últimamente ya están empezando a ocurrir esos yo llamo «fenómenos no deseados».
Vamos, seamos realistas, los años no pasan en vano y el cuerpo es el primero en notarlo. Y aunque tampoco es como para estar traumada, tengo que reconocerlo que mientras más fenómenos aparecen, la vanidad femenina más se siente dolida. Pero como no me gusta andar deprimida todo el día, trato de buscarle la cara divertida a esta etapa de la vida.
Veamos, pongámonos en plan nostálgico, que es lo que nos sucede a menudo en esta época del año, recordando que antaño pasábamos el día pensando en el maldito acné y ahora nos pasamos toda la bendida mañana pensando en cómo camuflar las arrugas y manchas. Hacíamos dieta para vernos más delgadas y ahora seguimos un régimen para mantenernos sanas. Coloreábamos los parpados para dar la impresión de tener unos ojasos y ahora lo hacemos para que no se vean tan colgados..Comprábamos ropa interior, no importaba barata pero bonita, para que nos agarraran desprevenidas y ahora compramos un poquito caro y no importa feita, para reafirmar todo lo que va cayendo. Y por supuesto una de las más importantes, cuidábamos de nuestros latidos ante cualquier decepción o engaño amoroso, ahora, el corazón lo cuidamos para no morirnos de un infarto.
Vaya! que la primavera y el otoño son casi, casi, siamesas. Pero tiene algo que las diferencian y no es precisamente los años de distancia.
En primavera tenía, quería, buscaba y pensaba cosas de sobra.
En otoño tengo, quiero, busco y pienso en las cosas que verdaderamente me importan.
Y si como dicen a partir de las cuatro décadas signifique estar en la entrada del otoño, a los cambios físicos y hormonales, a la pre menopausia y a los achaques…estoy felíz por que seguiré experimentando, al menos para mí, cosas nuevas.
Estoy feliz por que mi primavera fuera hermosa, que mi verano fuera emocionante y he decidido que pase lo que pase, mi otoño será formidable porque la vida, tengas la edad que tengas, es bella. Porque la vida es una obra de arte….
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