Popular juguete revolucionó el concepto de entretenimiento en Japón
El Tamagotchi, el pequeño huevo electrónico que introdujo el concepto de mascota virtual, cumple hoy 15 años tras haber recibido los atentos cuidados de 78 millones de usuarios y protagonizado más de un estudio sociológico.
«Realmente nadie esperaba que se convirtiera en algo tan enorme», afirmó a Efe Hiraku Minamika, uno de los portavoces de la juguetera nipona Bandai, que destacó el «enorme placer y honor» que supone celebrar este aniversario.
La versión del Tamagotchi que salió al mercado el 23 de noviembre de 1996 era una pantalla con forma de huevo y el tamaño de un llavero que mostraba una especie de pollito virtual, al que había que dispensar alimentos, higiene o cariños a través de tres botones.
Con los cuidados apropiados, el «pollito» completaba generalmente un ciclo natural -nacía, crecía y moría- en unos 20 o 25 días, lo que desarrollaba en el usuario un sentido de responsabilidad virtual que fomentaba la dependencia hacia la mascota.
Desde que se creó el primer modelo del Tamagotchi (nombre que viene de la palabra japonesa «tamago», que significa «huevo»), han salido al mercado más de 35 versiones del artículo original en todo el mundo.
En un principio se concibió para entretener a niñas a partir de 6 años, aunque su propuesta atrajo también a jóvenes, hombres y mujeres, sin excluir a ejecutivos encorbatados.
La edición de 1996 vendió en apenas tres años unas 40 millones de unidades que revolucionaron el concepto de entretenimiento.
Su repentino éxito hizo que Bandai apostara en 2004 en firme por el producto, que «pasó de ser un juguete a convertirse en un personaje» con su propia serie de animación en televisión, que aún se emite en Japón, y una película en 2007, añadió Minamika.
Desde entonces el huevo cibernético cuenta con aplicaciones para teléfonos móviles, ha aprendido a tocar música en su modelo norteamericano «Music Star» y protagonizado versiones para consolas de videojuegos.
En 2004 salió la versión «Tamagotchi Plus», de la que hasta hoy se han vendido 38 millones de unidades en 54 países; en 2008 se lanzó el modelo con pantalla de color, y en 2009 el llamado «Tamagotchi iD» permitió ampliar sus juegos y personalizar la mascota a través de descargas por móvil.
Bandai, creada en 1950, sacó hoy a la venta en Japón una versión especial, «Tamagotchi iD L 15th Anniversary», para celebrar el cumpleaños del que es uno de sus inventos más prolíficos y que, por unos 5.000 yenes (algo más de 48 euros), permite jugar con hasta 32 personajes diferentes.
No obstante, el Tamagotchi no fue un fenómeno exento de polémica, ya que cuando salió al mercado algunos psicólogos, como los de la Universidad Teikyo en Tokio, avisaron de los graves trastornos como ansiedad, insomnio o falta de socialización que el juguete podía causar en los niños.
En aquel momento se analizó el peligro de un invento que, según los expertos, también podía llevar a la depresión y la frustración de sus usuarios cuando la falta o el exceso de cuidados a la mascota virtual causaba su muerte por indigestión, obesidad, soledad, hambre o falta de cariño.
El juguete «fue una revolución; todo el mundo lo compraba y lo escondía en el colegio porque estaba prohibido sacarlo en clase, aunque le quitábamos el sonido y jugábamos debajo del pupitre», asegura a Efe Haruko, una treintañera japonesa.
Ella aún recuerda cómo el Tamagotchi se instauró rápidamente en la sociedad nipona, aunque se mostró «muy sorprendida» después de ver hace unos días a unos chicos con uno de los nuevos modelos, ya que «pensaba que era un juguete antiguo».
Cuando estaba en su apogeo en Japón, el Tamagotchi llegó a causar problemas sociales, como desatención en el trabajo e incluso accidentes de tráfico ocurridos mientras los conductores atendían las necesidades de sus mascotas virtuales.
Incluso surgieron iniciativas que iban desde guarderías para Tamagotchi, donde una empleada alimentaba y cuidaba de los «pollitos» durante la jornada laboral, hasta páginas web concebidas como «cementerios virtuales» para las mascotas fallecidas. (Javier Picazo / EFE)
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