Amor gatuno. Por Nancy Matsuda

Nancy Matsuda
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Por Nancy Matsuda

Y yo que siempre creí que tendría hijos y de mascota un lindo perrito, creo que lo de los gatos está escrito en mi destino, cuando se supone que no me gusta para nada el mundo felino.


Un día como cualquier otro abrí la puerta al escuchar el timbre y lo primero que vi fue a cuatro conocidos chiquillos, entre ellos a mi hijo, trayendo en sus manos a una bolita de lana ensangrentada…así es como llegó Ponta a nuestra casa.

– Me lo puedo quedar? Por supuesto que no! – Por qué? Porque eres asmático mi hijito! Asi es que lo mejor es que lo dejes donde lo encontraron.

– Pero mamá, está con sangre y es muy chiquito, si lo dejamos afuera se lo comerán los cuervos! Mientras los cuatro chiquillos me miraban con cara de ruego en mi cabeza aparecía una película de Hichtcock.


– Bueno, bueno, iremos al veterinario a curarlo y después lo dejan donde lo encontraron, de acuerdo? (Pero si no seré tooonta yo…)

Primero, a Ponta, que tenía un mes de nacido, lo mordió otro gato en la cabeza, muy cerca al cerebro. Asi es que vacuna y medicamentos y una semana de observación en casa. – Qué?! Tengo que vivir una semana junto a un gato? Pero si yo pensaba desinfectarle la herida y devolverlo a la guarida de donde lo encontraron! Por favor, que duerma bien lejos que a mí me dan nervios los gatos! Pero mis hijos, re contentos.

Como los gatos tienen siete vidas, salió fuera de peligro, y está bien que no me gusten los gatos, pero daba pena soltarlo a la calle así tan indefenso y pequeño. Entonces decidimos buscarle padres adoptivos. Y mientras yo telefoneaba a medio barrio, el michito empezaba a estornudar. Gatito con fiebre y resfriado. Nuevamente medicamentos más otra semana en casa, mientras yo buscaba desesperada quien me adoptara al gato.


– Quieres un gato? Te regalo un gato! Te gustan los gatos? y la respuesta fue siempre la misma, ¿no tienes un perro? – Por supuesto que no. Aquí en Japón dónde has visto un perro vagando por la calle? Solo hay gatos! Además, si hubiese sido un perrito, no te lo regalo.

Mientras estábamos en ello, Ponta amaneció cojeando. Será que le hemos pisado la patita y no nos hemos percatado? De vuelta al veterinario. Radiografías y resultó que Ponta tenía deficiencia de calcio. Ahhhh!!??? inyección, medicinas para el dolor y suplementos de calcio. – Vaya! que el gatito éste me está saliendo más caro que el pediatra! Felizmente a los días ya estaba como nuevo y por fin le conseguimos dueño. Qué bueno!!


Años más tarde….llego a casa y veo una inmensa caja en la cocina. Mientras me voy acercando pienso: ¿será que me compraron un horno nuevo? Pero cuando abro la caja lo que veo son unas cositas peludas del tamaño de la palma de mi mano.

OH NO! otra vez! y esta vez son tres! Mientras que yo salía de mi estado de semi-coma automáticamente pasaba a estado de pánico. Noo otra vez no! Ni pensar en discutir, no había tiempo que perder. Antes de que ocurriera alguna mordedura, resfíro o cojeada de pata, a moverse para encontrarles casa.

Mientras tanto había que bautizarlos no? – Quién le pone nombre primero? Pues a rejirla. Jyan ken po, Gu-Choki-Pa. Bah! de nuevo! jyan ken po, Gu-Choki-Pa. Y así, GU, CHOKI, PA, se llamaron.

GU, era macho, el más chiquitín de la camada, pero super ágil. CHOKI era hembra y era la más grande. Era muy independiente y parecía ser la más inteligente. PA también era hembra y era una engreída, solo quería estar alzada todo el día. Todos fueron adoptados, felizmente porque ya estaban comenzando a treparse por todos lados.

Al finalizar esto les hice prometer a mis hijos que nunca más me trajeran gatos. Y nunca más lo han hecho.

Pero hace un par de meses, se murió mi vecino y a que no adivinan a quien dejó huerfanito? a un gato!!! Mejor dicho, una gata. Se llama Chibi, porque es bien chiquita y ella ya es toda una abuelita. Ya me ven de nuevo comprando comida, medicina para que no se le peguen los bichos y a la gata durmiendo en mi regazo.

Y yo que soy amante de los perritos a esta gata eso no parece importarle para nada.
La gata me espera en la entrada de la casa hasta que vuelva, se sienta en mis piernas y hasta me conversa! Siempre hay un miau cada vez que pronuncio palabra alguna.

Y aunque siempre soñe tener un tea cup poodle, creo que esta gata me está enseñando lo que es el amor gatuno.

Esta vez no le estamos buscando casa porque ahora somos nosotros los que oficialmente la hemos adoptado. Simplemente a esta última gata, no la regalo!

Bienvenida gatita, estamos encantados!

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