A pesar de estar ya en base cuatro, tener marido, dos hijos lindos y un trabajo bonito, sigo siendo romanticona empedernida y sigo estando en la mismísima Luna de Paita, como dicen mis amigos. Supongo que es porque pareciera que ando pensando siempre en otro universo.
Hoy estuve escuchando una canción que hablaba de los sueños (otra vez yo con canciones). Y es que la música tiene eso que te lleva a un futuro soñado o te hace volver mágicamente a un pasado.
Estaba recordando los sueños que tenía de niña. Esos sueños inocentes y magníficos que solo los tienes en la infancia.
A los 7 años soñaba que quería ser enfermera, creo que lo soñaba por ser un deseo frustrado, pues me gustaba el gorrito de enfermera, esos de los que repartían en los cumpleaños, el cual nunca llegaba a mi cabeza porque ya se lo había apoderado alguna primita que había llegado más temprano. Lógicamente a esa edad ya sabes que tampoco te toca la corona de princesa por que no eres la dueña del santo; y entonces yo lloraba como la cosa más triste que me había pasado en la vida (siete años), pero las lágrimas se curaban cuando alguna sabia tía me regalaba una gelatina.
Después esperaba mi cumple, no por la emoción de cumplir 8 añitos, sino para poder comer una rica torta, medio kilo de golosinas sin que fuera pecado y encima tenía derecho a corona. Yupi!
Por esa época también soñaba con vivir en un país que vi por TV y que más tarde me enteraría que era Grecia, para poder vestirme con esos mantos blancos (himation) como las bellas damas, sin saber que en ese entonces, así, ya solo vestían las estatuas.
Y a los 9 quería ser pelirroja y tener pecas. Síii, como lo leen, pe-cas. Quien diría que años después, para no tener esas pecas, me embadurno en cremas. Ahora sueño con tener una piel sin manchas y sin arrugas, terso como una cerámica.
Cuando uno va creciendo, muy aparte de los sueños románticos, los sueños son ideales y se vuelven más estudiados y meditados. Y sabemos muy bien que para que estos se realicen hace falta mucho esfuerzo y trabajo pues estos no se cumplen por estar con los brazos cruzados. Estos son los sueños=metas. Perfecto.
Pero sigo soñando también como en la infancia, como cuando todo eso no tenía importancia, cuando bastaba con que fueran bonitos y nada más. Como cuando vas a la playa y te tumbas en la arena y quieres pasarte la vida allí, y ya, sin saber cómo lo harás. Y que aunque suene infantil, quiero seguir soñando solamente por soñar, porque esa es una gran felicidad. Porque vivir sin sueños, no es vivir.
Y porque las experiencias te enseñan que la vida es una escuela y en el camino tus sueños van cambiando, aunque siguen siendo eso, hermosos sueños.
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