Europa esta minada como nunca de talentos sudamericanos, muchos con alto suceso.
Por Jorge Barraza*
Otro golazo de cabeza del impetuoso colombiano Falcao García le agregó el miércoles último una estrella al rico historial del Porto de Portugal: la Europa League, antes Copa UEFA y, en sus comienzo,s Copa de Ciudades en Feria, popularmente denominada Copa de Ferias. Como todo evoluciona y se transforma, la competencia fue cambiando nombres, formato e integración. Porto celebró extraordinariamente la conquista, como corresponde. Aquí se diría “Ufff, tanto escombro por esa copucha…” Afortunadamente, Independiente festejó la última Copa Sudamericana con el mismo entusiasmo que cualquiera de sus siete Libertadores. Si era tan fácil, ¿por qué no la ganaron otros…? Y si la Copa no sirve, ¿para qué hacen el esfuerzo de clasificar y de jugarla…?
Falcao es una nueva versión del matador de cabeza, siempre tan apreciado en el fútbol. Se impulsa como con resortes, llega bien armado arriba e impacta con fuerza y precisión. Si ganó de aire, es más de medio gol. De chico, en River, lo apodaron el “Tigre”. Un acierto. ¡Hizo red 18 veces en esta Copa UEFA! Agotó el diccionario.
El fútbol tiene cosas notables. El gran drama colombiano, desde hace años, es la falta de punch y de noqueadores en el área rival. Y ahora le han aparecido seis magníficos atacantes, todos con gol: Falcao, Dayro Moreno (capaz de ganar sólo cualquier partido), Jackson Martínez (temible), Teo Gutiérrez (apunta para crack), Rodallega y Rentería. Bello problema para Bolillo Gómez.
El Porto venció a su connacional Sporting Braga en Dublín, todo muy portugués y europeo, pero los genes sudamericanos coparon el pasto irlandés. Sumando ambos planteles hay 27 futbolistas de estos pagos: 17 brasileños, 3 argentinos, 3 colombianos, 3 uruguayos y un peruano. Y en cancha, 19 de los 27 que entraron a la final son de este lado del agua.
Aunque en menor medida, lo mismo acontece en casi todo el Viejo Mundo. Europa está minada como nunca de talentos sudamericanos, muchos con alto suceso. Y no sólo argentinos y brasileños, también uruguayos, chilenos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, hasta venezolanos (atención a Salomón Rondón, el moreno del Málaga).
Esto enorgullece por un lado y entristece por el otro. Lo que siempre preguntamos: ¿cuándo será capaz Sudamérica de retener los futbolistas que alumbra?
Ahora bien, el fútbol de un país, de un continente luce saludable si surgen figuras. El nivel de calidad se mide en jugadores. Y en conquistas. Se supone que la asociación de Austria debe ser muy organizada, prolija, sus clubes tendrán superávit y el césped está cortadito, impecable, pero ¿es bueno el fútbol austríaco? ¿Alguien conoce una luminaria de Austria…? ¿Cuándo ganará un torneo…?
Siempre se hablan maravillas del desarrollo europeo en divisiones inferiores, de sus formidables entrenadores y centros de entrenamiento, de su fantástica capacidad de reclutamiento y técnicas docentes. Al mismo tiempo se resalta lo mal que se trabaja en Sudamérica en el área juvenil. ¿Entonces por qué los clubes europeos contratan tantos sudamericanos?
En los últimos tiempos se ha ponderado hasta el empacho a La Masía, la cantera del Barcelona. Sobre todo por Messi, Iniesta y Xavi, oro, plata y bronce del fútbol mundial 2010. Pero, ¿cuánto hay de mérito y cuánto de casualidad en que surjan al mismo tiempo tres fenómenos de este nivel? La virtud del Barsa es tener una excelente estructura formativa e inculcarles el buen fútbol, que es un sello del club desde la llegada de Cruyff. Y la de sus técnicos, como Rijkaard o Guardiola, darles cabida en Primera División a los canteranos.
Pero hay tanto de fortuito… Messi no fue reclutado por el Barcelona. Se lo recomendaron a Horacio Gaggioli, un señor rosarino que vivía en Cataluña y estaba a punto de trasladarse a Madrid por motivos laborales. Pensaba llevarlo al Real, pero finalmente debió quedarse en la Ciudad Condal y entonces lo acercó a La Masía. Y el club tenía dudas en ficharlo. Fue Carles Rexach, por propia cuenta, quien se comprometió a dejarlo. Advirtió que había un genio ahí.
Si hubiera una receta para modelar futbolistas así, ¿por qué el Barsa no fabrica otros tres iguales? ¿Por qué no hace tres o cuatro Messis más? ¿Por qué Jeffren, Bojan y otros juveniles no les salieron con la misma calidad que aquellos? Tal vez pase un siglo, o más, para que vuelvan a coincidir en las inferiores de un club tres valores de aquel calibre. Es la Divina Providencia. Si La Masía fuera una máquina de producir estrellas, el Barsa no hubiese tenido que salir a contratar a Dani Alves, Adriano, Abidal, Abramovich, Afellay, Villa, Maxwell, Milito, Mascherano, Keita y decenas más en temporadas anteriores.
Si los europeos fueran tan sabios formadores, hubiesen procreado a Pelé, Maradona, Messi, Di Stéfano, Garrincha, Ronaldo y tantos fenómenos que forjaron la popularidad del fútbol mundial. Pero no, los hicieron los “incompetentes” de acá.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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