El Gobierno japonés aprobó hoy un presupuesto récord para el año fiscal 2011, que comienza en abril, por valor de 92,4 billones de yenes (848.373 millones de euros) y con acento en la financiación de políticas sociales.
El presupuesto es un 0,1 por ciento mayor que los 92,3 billones de yenes (847.454 millones de euros) del ejercicio 2010, y deberá ser sometido al trámite parlamentario a principios de 2011, informó la agencia local Kyodo.
El Ejecutivo del primer ministro, Naoto Kan, tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja, pero no así en el Senado, dominado por la oposición, lo que podría ralentizar su luz verde definitiva.
Para cubrir parte del presupuesto, el Gobierno emitirá nueva deuda por 44,2 billones de yenes (405.000 millones de euros), ligeramente por debajo de los 44,3 billones de yenes (406.700 millones de euros) emitidos el año pasado.
La emisión total de bonos, no obstante, alcanzará en el año fiscal 2011 el récord de 169.590 billones de yenes (1,55 billones de euros) debido al aumento de la refinanciación de deuda, según el Ministerio nipón de Finanzas.
Así, el Gobierno calcula que la deuda pública de Japón, que desde hace años es la mayor de entre las naciones desarrolladas, alcanzará en 2011 el récord de 891 billones de yenes (casi 8,2 billones de euros), un 184 por ciento del PIB.
Del total del presupuesto para 2011, 54 billones de yenes (496.000 millones de euros) servirán para financiar políticas consideradas clave, y de esta cantidad más de la mitad irá destinada a los gastos de la seguridad social y otros desembolsos sociales, como las ayudas a las familias con hijos.
El Gobierno nipón recortará además un 7,4 por ciento la ayuda internacional al desarrollo hasta los 572.700 millones de yenes (5.258 millones de euros)
Por otra parte, casi 4,8 billones de yenes (unos 43.800 millones de euros) irán destinados a la defensa nacional, un 0,3 por ciento menos que en el presupuesto anterior.
Naoto Kan llegó al Gobierno el pasado junio con el propósito de sanear las maltrechas finanzas públicas de Japón e impulsar el crecimiento interno y el empleo, en una economía cuya recuperación se ha estancado en medio de la reducción de las exportaciones y de una persistente deflación.
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