Un posible terremoto de gran magnitud con epicentro directo bajo Tokio podría arrebatar la vida a unas 18.000 personas, según el último reporte oficial. Aunque la cifra es inferior a la estimación de 23.000 fallecidos realizada en 2013, el panel de expertos advierte que Japón ha fallado en alcanzar su objetivo de reducir las víctimas a la mitad. El nuevo pronóstico solo logra recortar la mortalidad en un 20%, una cifra que preocupa profundamente a las autoridades niponas.
El informe se basa en modelos de un sismo de magnitud 7, un evento que tiene un 70% de probabilidad de ocurrir en los próximos 30 años. Hiroya Masuda, jefe del panel y exministro de Asuntos Internos, señaló que los daños previstos siguen siendo extremadamente significativos. La diversificación de la población, con un aumento notable de ancianos, extranjeros y residentes en edificios de apartamentos, plantea nuevos retos para las tareas de rescate y evacuación.
LA MAYOR AMENAZA: LOS INCENDIOS
De las víctimas fatales proyectadas, aproximadamente 12.000 perderían la vida debido a los incendios masivos que se desencadenarían tras el impacto inicial. Otros 6.000 fallecimientos se producirían por el colapso de edificios o el impacto de escombros. Uno de los escenarios más críticos sitúa el epicentro en el distrito de Koto, en el corazón de la capital, alcanzando la intensidad máxima de 7 en la escala japonesa.
A pesar de las cifras alarmantes, se ha registrado un progreso en la seguridad estructural. Se estima que 400,000 edificios quedarían destruidos, una reducción respecto a los 610,000 previstos anteriormente, gracias a la demolición de casas antiguas de madera. Actualmente, el 90% de las construcciones en Tokyo cumplen con los estándares sismorresistentes. Si la ciudad lograra una tasa de reacondicionamiento del 100%, la destrucción de viviendas caería a solo una décima parte de lo estimado.
Por primera vez, el informe incluye el impacto de las muertes indirectas causadas por el deterioro de la salud tras el desastre. Estas cifras son estremecedoras, situándose entre 16,000 y 41,000 fallecimientos adicionales si no se garantiza el apoyo a hospitales y residencias de ancianos. El impacto económico total se calcula en 83 billones de yenes, con daños directos a activos y una parálisis de la actividad comercial que afectaría las cadenas de suministro globales.
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