
El sueño de la casa propia puede transformarse en una carga asfixiante si no se calculan los riesgos con frialdad. Muchos propietarios en Japón, al contratar un crédito hipotecario, se confían en el Dantai Shinyo Seimei Hoken o Danshin (Seguro de Vida por Crédito Grupal). Este mecanismo garantiza que, si el titular fallece, la deuda desaparece. Sin embargo, esta red de seguridad es un arma de doble filo: protege la deuda, pero no la vida cotidiana de los sobrevivientes.
El caso de Nakata (nombre ficticio), un ejecutivo de 55 años que trabaja en una empresa cotizada en bolsa, es una advertencia dolorosa. Con un ingreso anual de 12 millones de yenes, Suzuki parecía tener una vida financiera envidiable. Hace una década, cuando ganaba ocho millones, compró su casa bajo la premisa de que el Danshin era un sustituto suficiente para cualquier otro seguro de vida o gastos médicos. Fue un error de cálculo que hoy le pasa factura.
La crisis estalló hace seis meses cuando su esposa, que trabajaba a tiempo parcial, cayó enferma. Al no haber revisado sus pólizas ni contar con ahorros suficientes por haber mantenido un nivel de vida elevado, la familia entró en una espiral de precariedad. Los gastos médicos y la pérdida del ingreso de su cónyuge comenzaron a devorar el presupuesto mensual, dejando a Nakata en una situación desesperada y con el arrepentimiento de haber ignorado los riesgos de salud de su pareja.
La planificación financiera suele centrarse exclusivamente en el cabeza de familia, olvidando que la enfermedad de un cónyuge afecta drásticamente la logística del hogar y las finanzas. Nakata confiesa con amargura que bajar el nivel de vida es una tarea emocionalmente devastadora, especialmente cuando se quiere ofrecer el mejor tratamiento médico y no recortar en la educación de los hijos. Su patrimonio inmobiliario, aunque valioso, no le ofrece la liquidez necesaria para enfrentar la emergencia actual.
Afortunadamente, tras un periodo de agotamiento extremo, la situación de esta persona empieza a estabilizarse gracias a la posibilidad de becas escolares y una revisión profunda de sus gastos. Este caso subraya que el Danshin no es una solución mágica. Actualmente existen variantes que cubren enfermedades graves como el cáncer, pero requieren un análisis del aumento en las tasas de interés. La lección es clara: los seguros no son un amuleto, sino herramientas que deben ajustarse a la realidad de cada familia. (RI/AG/IP/)
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