En una jornada cargada de una tensión emocional asfixiante, el juicio contra Tetsuya Yamagami, ha llegado a su etapa final. Hoy, durante la decimoquinta audiencia del proceso, la fiscalía japonesa solicitó formalmente cárcel indefinida, una figura de cadena perpetua en la justicia local, para el hombre de 45 años acusado de magnicidio. Los fiscales sostuvieron con firmeza que el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe, ocurrido el 8 de julio de 2022, representa un resultado de extrema gravedad que no tiene precedentes en toda la historia de la posguerra de Japón.
El crimen, ejecutado con un arma de fuego de fabricación casera frente a la estación de Kintetsu Yamato-Saidaiji, en Nara, fue motivado por un rencor profundo hacia la antigua Iglesia de la Unificación. Yamagami ha admitido todos los hechos, aunque su defensa aún discute ciertos cargos técnicos relacionados con la fabricación de armas. El acusado sostiene que su vida fue destruida por la devoción ciega de su madre al culto religioso, organización a la que ella entregó sumas millonarias, dejando a su propia familia en la ruina y la desesperación.
En sesiones previas, el tribunal fue testigo de momentos desgarradores cuando la madre del acusado subió al estrado. Ella confesó que, en su momento, consideró que hacer donaciones a la iglesia era más importante que asegurar la educación de sus hijos. Entre sollozos, la mujer se dirigió a su hijo con un débil «Tecchan, lo siento», una disculpa que llegó décadas tarde para un hombre que volcó todo su odio en la figura de Shinzo Abe, a quien percibía como el pilar que sostenía la influencia del culto en la política nipona.
Durante los interrogatorios, Yamagami explicó que atacar a otros políticos habría tenido «poco significado» y que ver al ex mandatario enviar mensajes de apoyo a organizaciones vinculadas a la iglesia le generó una crisis de desesperación. Aunque el acusado expresó recientemente sus disculpas a Akie Abe y a la familia del fallecido, reconociendo que la muerte del ex primer ministro fue un error, la fiscalía rechazó cualquier atenuante. Para el Estado, el cambio de objetivo de los líderes del culto hacia Abe fue un «salto lógico» injustificable que buscaba solo un impacto mediático masivo.
La fiscalía advirtió sobre el peligroso carácter imitativo del crimen, señalando que Yamagami demostró al mundo que se puede construir un arma letal con materiales de ferretería para atacar a altos cargos. Tras escuchar la petición de cadena perpetua, el acusado frunció el ceño y permaneció cabizbajo, sumido en un silencio denso. El veredicto final, que cerrará uno de los capítulos más oscuros y transformadores de la sociedad japonesa contemporánea, será dictado por el tribunal el próximo 21 de enero de 2026. (RI/AG/IP/)
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