A pesar de la alarma inicial por la crisis diplomática con Beijing, la vida comercial en la capital japonesa muestra una sorprendente resiliencia. Tiendas y restaurantes de Tokio aseguran que la reciente exhortación del gobierno chino para limitar los viajes al país ha tenido un impacto limitado, ya que los clientes japoneses han compensado la ausencia de turistas extranjeros.
El gerente de una joyería en Asakusa, que históricamente dependía de clientes chinos en un 50%, afirmó a la prensa local que sus ventas se han mantenido estables porque «los clientes japoneses son más fáciles de atraer». De igual forma, el gerente de una tienda de udon en Ginza aseguró no haber notado una afectación directa en las ventas, gracias a la fidelidad de su clientela local.
Esta relativa calma contrasta con el tenso contexto diplomático y económico. La escalada se inició con la declaración de la Primera Ministra Sanae Takaichi sobre una contingencia en Taiwán, que podría considerarse una «crisis existencial» (sonritsu kiki jitai). La respuesta de Beijing, que incluyó la llamada a la autolimitación de viajes (toko jishuku), provocó una caída inmediata en las acciones minoristas y de turismo.
El riesgo se basa en la profunda dependencia: los turistas chinos son el mayor contingente (7,5 millones hasta septiembre de 2025) y son, crucialmente, los mayores gastadores. Su consumo receptivo (inbando shōhi) en el tercer trimestre de 2025 ascendió a ¥590.000 millones, gastando en promedio un 22% más que el resto de visitantes, según datos de la JNTO.
HOTELES Y LA «COERCIÓN ECONÓMICA»
La tranquilidad de Tokio no se extiende a todos los sectores. Los hoteles con alta exposición al mercado chino, particularmente en las regiones centrales de Japón (donde los clientes chinos representan entre el 50% y el 60%), reportan una oleada de cancelaciones provenientes de agencias de viaje.
La ministra de Seguridad Económica, Onoda Kimi, advirtió sobre el riesgo de depender de un país que utiliza la «coerción económica» (keizaiteki iatsu) ante el descontento político. Por su parte, el Ministro de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo, Kaneko Yasuyuki, instó a no «entrar en pánico,» destacando que la restricción afecta principalmente a los viajes de grupo, que solo representan el 12% del total de visitantes chinos.
Pese a la tensión, una agencia de viajes en Shanghái indicó que el deseo de sus clientes por viajar a Japón persiste, citando la alta calidad del servicio y los precios razonables como factores a largo plazo. (RI/AG/IP/)
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