TV: 20 años del asesinato de la niña Airi a manos de Torres Yagi

Airi Kinoshita

El recuerdo del asesinato de la niña Kinoshita Airi, ocurrido hace 20 años en la ciudad de Hiroshima a manos del peruano Juan Carlos Torres Yagi, vuelve al foco de la atención pública. La televisora local RCC Hiroshima conmemora la fecha clave a través del testimonio de los investigadores, entre ellos la detective Chieka  Setoda (55), quien dirigió la compleja investigación y hoy se desempeña como Jefa de la Oficina de Medidas de Seguridad para Niños y Mujeres (Kodomo Josei Anzen Anshin Taisaku Shitsu).

La funcionaria de la policía de la Prefectura de Hiroshima ha reconocido que, a pesar del paso del tiempo, el caso de la niña de primer grado sigue siendo el más grande y doloroso que ha marcado su carrera.


El crimen tuvo lugar el 22 de noviembre de 2005. Airi-chan fue atacada mientras regresaba de la Escuela Primaria Yano Nishi Shogakko en el distrito de Aki. Su cuerpo fue encontrado sin vida dentro de una caja de cartón para una estufa de gas.

Aproximadamente a las 15:00 horas, la entonces detective Setoda recibió la primera e impactante comunicación por radio: «Una niña de primaria fue encontrada dentro de una caja de cartón en la jurisdicción de la estación de Kaita». Tras recibir órdenes de su superior, se dirigió al lugar, sabiendo que se enfrentaban a un caso de alta gravedad.

LA HERIDA IMBORRABLE Y EL PÁNICO


A medida que la investigación avanzaba, los detalles se volvieron más oscuros. La autopsia (kenshi) reveló que Airi-chan había sufrido agresión sexual antes de ser asesinada. Esta revelación dejó una herida emocional profunda en la detective Setoda, quien confesó que la tristeza superó cualquier expresión.

«No puede despacharse con un simple ‘qué pena’. Aunque han pasado 20 años, no puedo expresar bien el sentimiento de ese momento. La única vez que me brotaron las lágrimas, antes o después, fue en ese instante.»

EL SOSPECHOSO: JUAN CARLOS TORRES YAGI


El caso dio un giro decisivo al día siguiente. La caja de cartón, la pieza clave del crimen, condujo a la policía a un hombre de nacionalidad peruana que vivía cerca: Juan Carlos Torres Yagi.

La vinculación se confirmó cuando los investigadores encontraron en la casa del sospechoso la estufa de gas que la caja contenía originalmente. La detective Setoda fue asignada a la «verificación de conducta» del hombre, teniendo encuentros directos con él.


Setoda recuerda su frialdad: «El hombre no mostraba la menor preocupación por su entorno, ni intentaba ocultar su rostro. ‘¿Por qué puede estar tan tranquilo?’, eso me enfureció aún más.»

ARRESTO, «EL DEMONIO» Y CÁRCEL INDEFINIDA

Ocho días después del crimen, en la madrugada del 30 de noviembre, la policía arrestó a Torres Yagi bajo sospecha de asesinato y abandono de cadáver. Aunque Setoda sintió haber «cumplido con una especie de responsabilidad» tras el arresto, reconoció que la detención era solo el comienzo del proceso judicial.

Durante el juicio, el peruano se declaró inocente y recurrió a una defensa insólita, alegando que «un demonio se había apoderado de él» o que «el demonio le había ordenado» cometer el crimen. Setoda sintió una profunda indignación: «Mi sentimiento era: ‘Simplemente no puedo perdonar a un criminal que dice esas cosas’.»

Tras dos juicios de reenvío, la sentencia de cárcel indefinida, una figura de cadena perpetua en la ley japonesa, para Juan Carlos Torres Yagi se confirmó en 2010.

EL LEGADO Y LE PREVENCIÓN COMO MISIÓN 

El caso se convirtió en un punto de inflexión en la carrera de Setoda, forjando en ella la convicción de la importancia de la «prevención» (mizen bōshi) de crímenes.

«Si el incidente no hubiera ocurrido en primer lugar, Airi-chan no habría sido asesinada. Pensar en eso me hizo comprender que la prevención es una tarea realmente crucial», sostiene.

Actualmente, su oficina se especializa en la prevención, actuando sobre reportes de «personas que se sintieron inseguras» (como acoso o acecho). Setoda busca identificar y advertir a los posibles autores de estas conductas antes de que escalen a delitos mayores.

La funcionaria advierte que en estos 20 años los crímenes contra menores han evolucionado, con un marcado aumento en el voyeurismo (tōzatsu). Setoda promete seguir adaptándose para mantener una sociedad donde los padres puedan enviar a sus hijos a la escuela y donde los niños puedan jugar en el parque de forma segura. (RI/AG/IP/)


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