
La disputa diplomática entre China y Japón se ha escalado a un nuevo nivel crítico. Pekín ha emitido formalmente una advertencia a sus ciudadanos, instándoles a abstenerse de viajar a Japón. Esta acción se debe a los comentarios de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sobre la posible intervención militar en caso de un ataque a Taiwán.
La Embajada de China en Japón emitió un aviso, alertando que «los líderes japoneses han hecho comentarios descaradamente provocadores con respecto a la cuestión de Taiwán». La embajada concluyó que el «ambiente para los intercambios interpersonales entre Japón y China se ha deteriorado significativamente, lo que plantea un grave riesgo para la seguridad de los ciudadanos chinos».
EL TURISMO CHINO SE PUEDE DETENER
La advertencia de viaje ha tenido repercusiones inmediatas en el sector de la aviación. Tres importantes aerolíneas estatales chinas —Air China, China Southern Airlines y China Eastern Airlines— anunciaron este sábado que permitirán cancelaciones o cambios de destino gratuitos de los vuelos con destino u origen en Tokio, Osaka y Nagoya, una oferta válida hasta el 31 de diciembre.
El sector turístico japonés, que depende fuertemente de China, se encuentra en alerta. Los turistas chinos gastaron 1.73 billones de yenes (unos 11.200 millones de dólares) en 2024. Un funcionario de un hotel japonés anticipó «cancelaciones de reservas de grupos a partir de principios de la próxima semana». Hay un precedente histórico, pues tras una disputa en 2010, el número de viajeros chinos cayó un 26% al año siguiente.
EL ORIGEN DE LA CRISIS
Takaichi fue la catalizadora de la crisis al declarar la semana pasada en el parlamento que si China atacaba Taiwán y usaba la fuerza contra tropas de EEUU que defienden la isla, Japón podría reconocer la situación como una «amenaza existencial». Bajo este reconocimiento, las Fuerzas de Autodefensa de Japón podrían estar autorizadas a usar la fuerza, incluso sin un ataque directo a territorio nipón.
La reacción de China fue inmediata. El viceministro de Asuntos Exteriores, Sun Weidong, convocó al Embajador japonés exigiendo que la Primer Ministra se retracte de sus comentarios. El portavoz del Ministerio de Defensa chino elevó la amenaza advirtiendo que si Japón intervenía militarmente «solo sufrirá una derrota aplastante… y pagará un alto precio».
Pero el peor momento ocurrió días antes cuando el cónsul general chino en Osaka, Xue Jian, amenazó a Takaichi diciendo: «cortar esa cabeza sucia sin vacilaciones». (RI/AG/IP/)
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