Los Dodgers de Los Ángeles escribieron hoy en Toronto una de las páginas más intensas del béisbol moderno al derrotar 5–4 a los Blue Jays en un dramático séptimo juego que se resolvió en la undécima entrada. La victoria, alcanzada en territorio canadiense y bajo máxima presión, dio al equipo su segundo título consecutivo de la Serie Mundial, algo que la franquicia nunca había logrado y que ningún club había conseguido en el siglo XXI desde el trienio de los Yankees entre 1998 y 2000.
Shohei Ohtani, de 31 años, abrió el encuentro como lanzador y primer bate en condiciones físicas exigentes, tras haber lanzado 93 envíos en el cuarto juego. En su primer turno conectó un imparable al centro y más tarde avanzó hasta tercera, aunque los Dodgers no pudieron anotar.
Sobre la loma, Ohtani navegó los dos primeros episodios con coraje, incluido un grito de alivio tras ponchar a Jiménez con las bases llenas. Pero en el tercer inning, con un out en contra y hombres en primera y tercera, Bo Bichette castigó una recta con un contundente jonrón de tres carreras que forzó la salida del japonés después de 2 entradas y un tercio. Su línea final: cinco hits, tres carreras y 51 lanzamientos.
La tensión escaló en el quinto episodio cuando un pelotazo de Robleski a Jiménez provocó que ambos equipos abandonaran las bancas, quedándose al borde del enfrentamiento. Minutos más tarde, Ohtani regresó a escena con su segundo imparable del día, aunque los Dodgers seguían sin poder anotar. Toronto amplió la ventaja a 4–2 en el sexto capítulo, obligando a Los Ángeles a buscar una reacción agónica.
El cambio llegó en el octavo, cuando Max Muncy conectó un sólido cuadrangular que acercó a los Dodgers 4–3. El bullpen angelino mantuvo el pulso, y en el noveno capítulo llegó el empate que silenció al Rogers Centre. Blake Snell, que venía de lanzar 116 lanzamientos hace dos días, resistió sin permitir carreras y dejó el juego vivo para el cierre.
La escena decisiva llegó en la undécima entrada. Con dos outs y sin corredores, Will Smith conectó un soberbio cuadrangular por el jardín izquierdo que dio a los Dodgers la ventaja 5–4. En el cierre del inning, Yoshinobu Yamamoto, que había lanzado 96 envíos el día anterior, permitió un doble de Vladimir Guerrero Jr. y un sencillo que puso a Toronto a un suspiro del empate. Con corredores en primera y tercera, Yamamoto obligó a Alejandro Kirk a un rodado de doble play que selló el título y lo convirtió en pitcher del out final.
OHTANI: «FUE UN PARTIDO INCREÍBLE»
Tras el triunfo, Ohtani reconoció la magnitud del momento: “Fue un partido increíble. Todos jugamos un béisbol extraordinario y terminamos con una victoria maravillosa. Yoshinobu es el mejor pitcher del mundo, todos lo pensamos. Quiero disfrutar esta victoria plenamente hoy y mañana”. Yamamoto, conmovido al borde de las lágrimas, dijo: “Me sentí como un niño jugando béisbol otra vez. Un partido así… es imposible no emocionarse”.
Desde el bullpen, Roki Sasaki confesó haber vivido la tensión al máximo: “Estaba demasiado nervioso preparando el brazo, pero ganar así es un alivio enorme”.
El triunfo selló un bicampeonato histórico, consolidó la era Ohtani–Yamamoto como un fenómeno mundial y dejó a Toronto a las puertas de un título que no logra desde 1993. En un Rogers Centre enmudecido, los Dodgers celebraron con la convicción de haber ganado una Serie Mundial que será recordada durante décadas, tanto por su dramatismo como por el rendimiento sobrehumano de sus estrellas japonesas. (RI/AG/IP/)
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