
El idílico sueño de pasar una jubilación tranquila y elegante en el extranjero se está desvaneciendo rápidamente para no pocos de japoneses, víctimas de la abrupta caída del yen. La divisa japonesa se ha depreciado de manera unilateral y acelerada, golpeando duramente a quienes dependen de sus ahorros en yenes para vivir fuera de Japón.
El 6 de octubre, tras la elección de Sanae Takaichi como nueva presidenta del gobernante Partido Liberal Democrático (Jiminto o PLD), el mercado de divisas experimentó un rápido desplome del yen. La moneda cayó a 153 yenes por dólar, una depreciación de casi 6 yenes respecto a antes de la elección. Frente al euro, la situación fue peor, rozando los 178 yenes y marcando un mínimo histórico.
LA CONFUSIÓN POLÍTICA IMPULSA LA DEPRECIACIÓN
Hiroaki Kawakita de Nezu Asia Capital Limited, advirtió en Asahi TV sobre la persistente debilidad estructural: «La situación de las tasas de interés reales de Japón en territorio negativo no ha cambiado. Si a esto se le suma la confusión política, el yen se depreciará aún más».
Esta tendencia ya está afectando dramáticamente la vida cotidiana de los expatriados.
Un ejemplo claro es el de un hombre de 55 años que reside en Malasia, un país a menudo elegido como el «Nº 1 para vivir» por los japoneses a donde e mudó hace 4 años cobrando su jubilación anticipada.
UN EJEMPLO QUE AFECTA LA VIDA COTIDIANA
En aquel entonces, 1 ringgit malasio equivalía a unos 27 yenes. Hoy, debido a la caída de la moneda, 1 ringgit cuesta alrededor de 36 yenes. Esto significa que el valor del yen se ha reducido a tres cuartas partes en Malasia.
Según narró a la televisión japonesa, su pensión proyectada es de 130.000 yenes netos al mes y tiene 3 millones de yenes en ahorros. Ahora, con la caída de la moneda japonesa teme por la continuidad de su vida en el extranjero.
El apartamento que alquila, un 1LDK amueblado con piscina, costaba 1.500 ringgits al mes, unos 40.000 yenes al tipo de cambio de entonces. Hoy, el alquiler ha subido a 1.950 ringgits, lo que, al tipo de cambio actual, son 66.000 yenes, casi el 60% de aumento.
Afortunadamente, este hombre ha podido mantener su estilo de vida porque comenzó un nuevo trabajo en Malasia. Su salario anual se redujo a la mitad, pero al recibir el pago en ringgits, sus ahorros han aumentado.
Sin embargo, subraya que la situación es crítica para otros grupos: «Los más afectados son aquellos que viven cambiando yenes japoneses a ringgits para su vida diaria, por ejemplo, los que se mudaron por la educación de sus hijos». Estas familias que cambian sus ahorros en yenes para pagar matrículas en escuelas internacionales están sintiendo el golpe con especial dureza. (RI/AG/IP/)
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