
La contienda por la presidencia del Partido Liberal Democrático (PLD), que definirá al próximo primer ministro de Japón, se intensifica con el ministro de Agricultura Shinjiro Koizumi en cabeza gracias al respaldo mayoritario de los parlamentarios, mientras que la exministra de Seguridad Económica Sanae Takaichi mantiene fuerza entre los afiliados y simpatizantes de la formación.
Según una encuesta de tendencias realizada por Mainichi Shimbun, Koizumi, de 44 años, ha logrado 82 apoyos de legisladores, superando los 75 que obtuvo en la votación inicial de la elección interna del año pasado. Sus apoyos provienen, en gran medida, de diputados sin facción, así como de sectores de las corrientes Aso, Motegi, Kishida y Nikai, lo que refleja una base amplia aunque considerada “superficial”. De imponerse en la votación parlamentaria de la Dieta, Koizumi se convertiría en el primer ministro más joven de la posguerra, con una imagen de renovación que despierta entusiasmo, pero también recelo por su supuesta falta de experiencia y su estilo directo hacia la opinión pública, al que algunos rivales califican de “populista”.
Por su parte, Takaichi cuenta con unos 40 apoyos legislativos, lejos de los 72 que obtuvo en la pasada contienda, y se sustenta principalmente en el respaldo de la antigua facción Abe. Aunque algunos compañeros de partido valoran la posibilidad de que Japón tenga por primera vez a una mujer en la jefatura de Gobierno, otros la consideran demasiado radical en sus posturas conservadoras.
El tercer contendiente en ascenso es el jefe de Gabinete, Yoshimasa Hayashi, quien ha logrado atraer respaldos más allá de su antigua facción Kishida. Su fortaleza reside en la experiencia de gestión y la cercanía con el primer ministro saliente Ishiba Shigeru, cuyos aliados —como el exministro de Defensa Gen Nakatani y el exministro de Exteriores Takeshi Iwaya— han declarado públicamente su apoyo. Este movimiento refuerza la percepción de Hayashi como un político de perfil técnico y confiable.
Otro actor clave es el veterano Taro Aso, consejero supremo del partido, cuya inclinación podría definir la correlación de fuerzas. En la elección previa, su respaldo de última hora a Takaichi impulsó a la exministra, y esta vez su influencia vuelve a ser decisiva.
La recta final de la campaña se anticipa como una pugna cerrada, en la que el peso del voto parlamentario en la segunda vuelta será determinante. Mientras Koizumi busca capitalizar la idea de “renovación”, Takaichi intenta afianzar su base conservadora y Hayashi emerge como alternativa de estabilidad. La batalla interna del PLD marcará el rumbo político de Japón en un contexto de incertidumbre tras la renuncia de Ishiba. (RI/International Press)
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