
El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar (Koei Rodo-sho) ha abierto una «discusión sensible» que podría definir el futuro del sistema de pensiones de Japón: la inmigración como pilar de la Seguridad Social. Durante la 106ª reunión del Comité de Cálculo de Pensiones (Nenkin Suri Bukai) del Consejo de Seguridad Social, celebrada el pasado 4 de septiembre, expertos presentaron varios análisis que sugieren que la aceptación activa de trabajadores extranjeros, junto con sus familias, reduciría la carga financiera a largo plazo del sistema de pensiones público.
Esta conclusión, que subraya la contribución económica de los extranjeros, llega en un momento de creciente retórica xenófoba, llevando a los miembros del comité a instar a que se comparta con la ciudadanía el valor de los extranjeros como sostén del sistema.
EL «GRAN APORTE» DEL INMIGRANTE
Citada por la revista Finasse, la Dra. Reiko Hayashi, directora del Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social (Kokuritsu Shakai Hosho Jinko Mondai Kenkyujo), expuso la ponencia principal titulada «Tendencias de la baja natalidad y los trabajadores extranjeros y las finanzas de las pensiones».
En su presentación, la Dra. Hayashi detalló el estado actual de la contribución extranjera:
- Pensión para Empleados (Kosei Nenkin): Hay 2,03 millones de extranjeros están inscritos en este sistema (datos de marzo de 2025), ya que la mayoría son empleados de empresas.
- Pensión Nacional (Kokumin Nenkin): Solo 770.000 extranjeros están inscritos, dado que este sistema está limitado a autónomos y estudiantes.
La experta señaló que, si bien los trabajadores extranjeros a menudo dejan Japón y reciben de vuelta un porcentaje de sus contribuciones en forma de un pago global único (lump-sum payment), la porción que pagan las empresas se mantiene en el fondo de pensiones. Basándose en esto, la Dra. Hayashi concluyó: «En este momento, se cree que la mayoría regresa a casa antes de cumplir los requisitos para recibir la pensión, por lo que su impacto en el sistema de pensiones es neutral o, incluso, su contribución es mayor».
DEBATE: CÓMO MAXIMIZAR EL BENEFICIO
Para entender el impacto a futuro, se presentó una simulación (publicada en 2015) que analiza dos escenarios bajo la suposición de recibir a 100.000 trabajadores varones de bajos salarios cada año:
El índice de dependencia senil (Ronen Juzoku Jinko Shisu) es una métrica clave que mide la proporción de personas mayores (dependientes) con respecto a la población en edad productiva (contribuyentes). El Caso B demuestra que la integración familiar es la clave para la estabilidad financiera a largo plazo.
URGENCIA POR COMPARTIR LA VERDAD
El debate trascendió las cifras actuariales para abordar el entorno social. Varios miembros del comité de expertos hicieron un llamado a la acción:
Un miembro advirtió que es peligroso confiar únicamente en una mejora drástica de la natalidad y enfatizó la necesidad de buscar otras soluciones, como reducir la edad de jubilación y mejorar la productividad mediante el uso de tecnología (IT).
Otro miembro se refirió directamente al aumento de las tendencias anti-extranjeros (haigaishugi-tekina ronchō) en la sociedad, y afirmó: «Dado que la caída de la tasa de natalidad no se frena, debemos compartir ampliamente con la población el significado de que los extranjeros estén sosteniendo el sistema.»
Si bien la discusión sobre la recepción de extranjeros suele centrarse en la escasez de mano de obra, esta reunión elevó el tema a un debate sobre la sostenibilidad del sistema de seguridad social a medio y largo plazo. No obstante, la aceptación de este concepto es un punto políticamente «sensible», y la dirección final de las políticas de inmigración y pensiones dependerá tanto del avance de la opinión pública como del volátil panorama político. (RI/AG/IP/)
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