
Nepal atravesó en los últimos días una de las crisis políticas más graves de su historia reciente, marcada por protestas juveniles que desembocaron en violencia, la dimisión del primer ministro K.P. Sharma Oli y el despliegue del ejército en las calles de Katmandú y otras ciudades. Más de 20 personas murieron y decenas resultaron heridas, mientras se extendía una ola de indignación popular que apunta a la legitimidad misma del sistema político.
Las manifestaciones comenzaron de manera pacífica frente al parlamento, pero estallaron en violencia cuando la policía abrió fuego contra los manifestantes que habían superado las barricadas. La noticia se propagó de inmediato a través de videos en redes sociales, con imágenes de calles ensangrentadas y hospitales saturados. La indignación se transformó rápidamente en furia colectiva, con ataques a edificios gubernamentales, intentos de tomar el aeropuerto internacional de Katmandú e incluso agresiones a las residencias del ex primer ministro Sher Bahadur Deuba y de su esposa, la canciller Arzu Rana Deuba.
En este contexto, manifestantes incendiaron el edificio del mayor medio de comunicación de Nepal en Katmandú, mientras las protestas anticorrupción lideradas por la Generación Z continuaban por segundo día consecutivo. En ese inmueble funcionan Kantipur y la editorial de The Kathmandu Post, Kantipur Publications, además de otras empresas y oficinas del complejo comercial. El ataque evidenció la magnitud de la furia popular contra las instituciones asociadas al poder político y económico.
काठमांडू में #नेपाल के सबसे बड़े मीडिया हाउस की इमारत में प्रदर्शनकारियों ने आग लगा दी, क्योंकि जेन-जेड के नेतृत्व में भ्रष्टाचार विरोधी प्रदर्शन मंगलवार को दूसरे दिन भी जारी रहा।
कांतिपुर और द काठमांडू पोस्ट के प्रकाशक, कांतिपुर पब्लिकेशंस, इसी इमारत में स्थित हैं। इस… pic.twitter.com/tpqNLKdm0W
— Veer Arjun (@VeerArjunDainik) September 9, 2025
La censura a las redes sociales fue uno de los detonantes de esta movilización juvenil. El gobierno prohibió el acceso a la mayoría de las plataformas, lo que provocó aún más frustración. TikTok, que quedó como una de las pocas vías abiertas, se convirtió en el altavoz de la protesta. Allí circularon campañas virales que denunciaban el lujo con el que vivían los hijos de altos políticos, presuntamente financiado con dinero público. Aunque la prohibición fue levantada cinco días después, el daño ya estaba hecho: la juventud percibió que se buscaba silenciar su voz.
EL MOVIMIENTO DE LOS «GEN Z NEPAL»
El movimiento se identificó como “Gen Z Nepal”, integrado principalmente por estudiantes universitarios, jóvenes profesionales y desempleados que sienten un futuro truncado por la corrupción y el clientelismo político. Según el Banco Mundial, en 2024 cerca del 21% de los jóvenes de entre 15 y 24 años se encontraba desempleado, lo que alimentó la desesperanza. Los organizadores de las protestas difundían comunicados desde una cuenta de Instagram llamada gen.znepal.
La renuncia de Oli abrió un vacío de poder peligroso. Mientras tanto, el presidente Ram Chandra Poudel ofreció iniciar conversaciones con los manifestantes, aunque bajo la sombra del ejército. El jefe militar, Ashok Raj Sigdel, difundió un mensaje llamando a la paz y por la noche los soldados ocuparon la capital. Desde entonces, un toque de queda nacional mantiene paralizado al país. Tanto Oli como Poudel permanecen bajo protección militar.
El ejército, aunque reticente a asumir un rol político, se convirtió en el garante provisional de la seguridad. Sin embargo, la democracia nepalesa enfrenta riesgos crecientes: grupos pro-monárquicos, nostálgicos del rey Gyanendra Shah y de la monarquía abolida en 2008, vieron en la crisis una oportunidad para relanzar sus demandas.
NEPAL: ENTRE INDIA Y CHINA
La dimensión internacional no es menor. Nepal se encuentra entre India y China, dos potencias que siguen con atención la crisis. El primer ministro indio Narendra Modi escribió en X que la situación era “desgarradora” y pidió paz, recordando que la estabilidad de Nepal es crucial para la región. Durante su mandato, Oli había acercado posiciones con Pekín, lo que generó incomodidad en Nueva Delhi. La eventual recomposición política podría llevar a un nuevo intento de equilibrio diplomático.
El futuro inmediato de Nepal es incierto. La Constitución prevé que el presidente invite a un partido o coalición con mayoría parlamentaria a formar gobierno, pero los partidos tradicionales han perdido legitimidad frente a la juventud que exige la disolución del parlamento y elecciones anticipadas. Algunos analistas sostienen que un gobierno interino de figuras independientes podría ofrecer una salida, aunque lo más probable es que la negociación sea directa entre el ejército y los líderes de la protesta.
En cualquier escenario, lo ocurrido marca un antes y un después. La llamada “Generación Z” irrumpió en la historia política del país con un mensaje claro: no aceptará seguir siendo excluida de las decisiones que marcarán su futuro. (RI/AG/IP/)
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