
La indignación en Japón y en el extranjero crece tras la difusión de un video en el que Lochie Jones, un ciudadano australiano, aparece profanando un cementerio japonés. En las imágenes, el hombre bebe un chūhai dejado como ofrenda en una tumba, lo agita frente a la cámara y declara: “Si alguien falleció con rabia en el corazón, que tenga su venganza”, antes de lanzar la lata al suelo y agitar una tablilla funeraria budista (sotōba).
Jones fue confrontado por periodistas y reconoció sin dudarlo: “Ah, ¡ese soy yo!”. Lejos de mostrar remordimiento, sostuvo entre risas: “Se habla mucho de lo que hice en el cementerio, pero no me importa en absoluto. Es gracioso. Me gusta mucho”.
Consultado sobre por qué llevó a cabo semejante acción, el australiano respondió: “Tenía que hacer algo que pareciera terrible, para enviar un mensaje. Japón tiene muchas cosas buenas, pero los japoneses están demasiado limitados por tantas reglas culturales. Deben levantarse”.
Las críticas de residentes no tardaron en llegar. Una vecina de unos 50 años se mostró consternada: “¿De verdad alguien hace esto? Increíble. Quizás ya no podamos dejar ofrendas en las tumbas”. La polémica coincide con la cercanía del ohigan, periodo en que numerosas familias visitan los cementerios.
SE LANZÓ DESNUDO A UN LAGO
El comportamiento del hombre no se limitó a las tumbas. Otros videos lo muestran lanzándose desde un puente al lago Kawaguchi y nadando desnudo: “El lago Kawaguchi es el más hermoso del mundo. Pensé en nadar con los peces. Nadar desnudo es algo natural”, declaró, justificando sus actos pese a las advertencias sobre seguridad y respeto al lugar.
La reacción internacional fue inmediata. La embajada de Australia en Japón emitió el 2 de septiembre un comunicado exhortando a sus ciudadanos a respetar las leyes y costumbres locales: “Continuaremos trabajando con las autoridades para que se actúe con firmeza”, señaló en redes sociales.
Los medios también fueron contundentes. En Reino Unido, la prensa lo calificó de “ladrón” por robar ofrendas; en Australia lo describieron como un “falso influencer” que busca notoriedad con actos “viles”; y en India se destacó que sus acciones no solo indignaron a Japón sino al mundo entero.
Al ser confrontado nuevamente sobre el impacto de sus videos, el hombre pronunció una disculpa tibia, sin dejar de sonreír: “Si alguien se sintió ofendido o hubo personas directamente afectadas por mis acciones, lo lamento”.
La policía de Fujiyoshida, en la prefectura de Yamanashi, avanza con las investigaciones. El caso se ha convertido en un símbolo de la tensión creciente en Japón frente a los actos irrespetuosos de ciertos turistas en espacios sagrados y naturales. (RI/AG/IP/)
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