
El fútbol japonés pierde a uno de sus íconos más grandes. Kunishige Kamamoto, considerado el mejor delantero en la historia del país, falleció hoy, 10 de agosto a las 4:04 de la mañana en un hospital de Osaka a causa de una neumonía. Tenía 81 años. La noticia fue confirmada por la J. League.
Kamamoto se convirtió en un símbolo nacional tras su brillante actuación en los Juegos Olímpicos de México 1968, donde anotó siete goles, se consagró como máximo artillero del torneo y condujo a Japón a una histórica medalla de bronce. Su impacto fue tan grande que, en la final por el tercer puesto ante México, logró que los más de 100.000 espectadores del Estadio Azteca corearan “Japón” en lugar de “México” tras marcar dos tantos en la victoria 2-0.
A lo largo de su carrera internacional, disputó 76 partidos con la selección japonesa y marcó 75 goles, un récord que todavía es el más alto en la historia del equipo masculino, muy por encima de los 55 de Kazuyoshi Miura. Solo fue superado en cifras absolutas por Homare Sawa, referente de la selección femenina, que alcanzó 80 anotaciones.
En el plano local, jugó toda su carrera profesional con Yanmar Diesel (hoy Cerezo Osaka) en la antigua Japan Soccer League (JSL), donde registró 202 goles en 251 partidos. Fue siete veces máximo goleador y levantó el título de liga en cuatro ocasiones. En 1984, en su partido de despedida, fue llevado en hombros por Pelé en una imagen que quedó grabada en la memoria del deporte japonés.
Tras colgar las botas, Kamamoto fue el primer entrenador del Gamba Osaka en la J. League, vicepresidente de la Asociación Japonesa de Fútbol (JFA) y político. Sin embargo, nunca se alejó del desarrollo del deporte: recorría el país con clínicas de fútbol, visitó varias veces zonas afectadas por el terremoto y tsunami de 2011 para jugar con niños y donó ayuda humanitaria.
Reconocido por su carácter directo y su risa contagiosa, “Gama-san” también fue un apasionado observador de otros deportes. Llegó a jugar béisbol con Sadaharu Oh, quien le dijo que podría haber triunfado como profesional en esa disciplina. Sobre el presente del fútbol japonés, deseaba que aparecieran figuras capaces de generar el mismo impacto mediático que él y Kazuyoshi Miura en su época.
Su trayectoria no estuvo exenta de oportunidades frustradas: tras los Juegos de México 1968, recibió ofertas de clubes de Europa y Sudamérica, incluido el Bayern de Múnich, pero una hepatitis viral impidió su fichaje. Él mismo reconocía que “aún me pregunto cómo habría sido jugar en el extranjero”.
Kamamoto, que en los últimos años luchó contra una neumonía por aspiración que deterioró su salud, pasó sus últimos meses al cuidado de su esposa y familia. Hoy, el fútbol japonés despide no solo a un goleador implacable, sino a un pionero que abrió el camino a generaciones de jugadores. (RI/AG/IP/)
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