
Con el verano en pleno apogeo y el irresistible atractivo de playas, ríos y piscinas, la tentación de una bebida fría es fuerte. Sin embargo, los expertos advierten: el alcohol y el agua no se mezclan. La Asociación de Salvamento Acuático de Japón (JLA) lo deja claro: «Si bebes, no nades». Aproximadamente el 20% de las emergencias acuáticas que requieren traslado a un hospital están relacionadas con el consumo de alcohol.
En vísperas del Día Mundial para la Prevención del Ahogamiento, el 25 de julio, los especialistas insisten en los peligros de nadar bajo los efectos del alcohol.
Cuando se ingiere alcohol, la capacidad de juicio disminuye. Las funciones cognitivas se ven afectadas, lo que impide tomar decisiones precisas, como evitar lugares peligrosos. Además, afecta la función del cerebelo, lo que provoca la pérdida del equilibrio y tambaleo, pudiendo incluso causar ahogamientos en aguas poco profundas.
LA ESTADÍSTICAS NO MIENTEN
Según datos de la JLA, en 2024 se reportaron 41 casos de traslados de emergencia (excluyendo casos de reanimación cardiopulmonar) en 215 playas y otros lugares de baño monitoreados por sus clubes en todo el país. De estos, 9 casos (22%) involucraron a personas bajo los efectos del alcohol. Preocupa que de los 4 casos considerados paros cardíacos por ahogamiento, uno involucró a una persona que nadó bajo los efectos del alcohol y, lamentablemente, se informó su posterior fallecimiento. Un accidente ocurrido el 7 de julio en una playa de la ciudad de Fukuoka, donde un hombre de 40 años se ahogó, también se sospecha que estaba relacionado con el consumo de alcohol.
La respuesta de las autoridades locales ante esta problemática varía. La ciudad de Zushi, en la Prefectura de Kanagawa, ha prohibido por ordenanza el consumo de alcohol en la arena de la playa de Zushi desde 2014. Sin embargo, permite el consumo de alcohol en los umi no ie o «casas de playa», que son realmente bares levantados sobre la arena solo para la temporada.
EL LÍO DE LOS UMI NO IE
Esta normativa surgió como respuesta a la «clubificación» de umi no ie, donde la música a alto volumen y el consumo excesivo de alcohol se convirtieron en un problema social, aunque el objetivo principal no era la prevención de ahogamientos, sino mejorar la seguridad general en la playa. Un funcionario de la ciudad explicó que no se prohibió el alcohol en estos bares porque «el personal puede gestionar la cantidad de alcohol consumido por los clientes».
La ordenanza de Zushi también prohíbe las barbacoas y el uso de altoparlantes en la arena. Los bañistas que infrinjan las normas más de tres veces pueden ser invitados a abandonar la playa. Los bares también están sujetos a advertencias y actas de infracción si, por ejemplo, sus empleados sirven alcohol a clientes fuera de sus instalaciones; un número determinado de estas infracciones puede llevar a la suspensión de su licencia.
No obstante, ninguna de estas acciones es una mejora para la prevención ni impide que cada vez más personas entren alcoholizados al mar. (RI/AG/IP/)
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