

Los japoneses están a punto de votar, y justo ahora, cuando debieran estar decidiendo con esperanza y reflexión, veo algo que me duele: discursos que buscan el miedo, que acusan a los más vulnerables, que convierten a los extranjeros en chivos expiatorios.
No, señores. Esa no es forma de ganar votos.
“Los extranjeros son peligrosos”,
“los inmigrantes abusan del sistema”,
“Japón está en riesgo por los de afuera”…
Esas frases no solo son falsas. Son irresponsables. Y peor aún: se usan como herramienta para dividir, para despertar el enojo fácil, y para evitar hablar de lo que realmente importa.
Yo también quiero proteger a Japón. Pero proteger no significa cerrar, ni excluir, ni culpar. Significa cuidar lo que hemos construido juntos, reconocer que este país se ha fortalecido gracias al esfuerzo de muchos: los japoneses que han dedicado su vida al servicio público, los políticos que han trabajado con honestidad y los residentes extranjeros que llevan décadas aportando con su trabajo, sus impuestos, sus familias y su amor por esta tierra.
Amo a este país. Lo he visto cambiar, mejorar, abrirse. Y por eso mismo, me duele ver cómo, en esta campaña, algunos usan el miedo y la mentira para ganar votos rápidos.
Los jóvenes japoneses participan más que nunca y eso es esperanzador. Pero no permitamos que aprendan que la política se trata de manipulación y odio.
Este país merece más. Japón merece una política con visión, con responsabilidad, con humanidad.
Proteger a Japón no es levantar muros. Es preservar la esperanza.
Y mañana, cuando voten, espero que piensen en esto. tu voto no solo decide un nombre, decide el tipo de país en el que queremos vivir.
(*) Presidente de Aizawa Corporation
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