
La estructura familiar en Japón está experimentando una transformación profunda y sin precedentes. El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar reveló en su informe “Encuesta Básica sobre Condiciones de Vida 2024”, que 34,6 % de los hogares son unipersonales, la cifra más alta desde que existen registros.
En junio de 2024, el país contaba con 54,82 millones de hogares, de los cuales 18,99 millones corresponden a personas que viven solas. Esto significa que el llamado “ohitorisama” ya no es una excepción, sino la forma de convivencia más común en Japón.
El segundo grupo más numeroso es el de parejas sin hijos, con 24,7 %, seguido por parejas con hijos solteros, que representan 24,1 %. Entre las tres categorías suman más del 80 % del total.
El tamaño promedio de los hogares confirma esta tendencia: en 1986, cada vivienda albergaba en promedio 3,22 personas, mientras que en 2024 la cifra cayó a 2,2, el nivel más bajo jamás registrado.

ADIÓS A LA FAMILIA “SAZAE-SAN”
La convivencia intergeneracional, que durante décadas fue el emblema de la familia japonesa, prácticamente ha desaparecido. Los hogares de tres generaciones, símbolo del Japón de posguerra y representados en el icónico anime Sazae-san, apenas suponen 3,4 % del total (1,86 millones de hogares). En 1986 alcanzaban el 15,3 %, lo que revela una caída a menos de la quinta parte en cuatro décadas.
Las razones de este cambio son múltiples: migración hacia áreas urbanas, diversidad de estilos de vida y mayor demanda de privacidad individual, factores que han erosionado el modelo tradicional.
MÁS HOGARES DE ANCIANOS
El envejecimiento poblacional y la baja natalidad también se reflejan en la composición de los hogares. Los hogares integrados solo por personas de 65 años o más —o con menores de 18 años a cargo— alcanzaron 17,2 millones (31,4 % del total), un récord histórico. Hoy, casi uno de cada tres hogares gira en torno a adultos mayores.
Por el contrario, los hogares con niños suman 9,07 millones, apenas 16,6 % del total, frente al 46,2 % en 1986. En otras palabras, las familias con hijos son ahora una minoría: solo uno de cada seis hogares pertenece a esta categoría.
Este contraste entre el aumento de hogares de ancianos y la caída de los hogares con niños está reconfigurando políticas sociales, mercados laborales y patrones de consumo, dejando claro que el peso demográfico se ha desplazado de manera irreversible hacia la población sénior. (RI/AG/IP/)
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