Más de 1.690 sismos sacuden Tokara: advierten sobre posible actividad volcánica

Un puerto de Toshima en Tokara. Imagen de marzo de 2024.

La cadena de sismos que afecta a la zona marítima cercana a las islas Tokara, en el suroeste de Japón, continúa sin tregua. Desde el 21 de junio hasta la mañana de hoy, 9 de julio, se han registrado más de 1.690 terremotos perceptibles (de intensidad 1 o mayor en la escala sísmica japonesa). Aunque en el pasado se habían documentado episodios similares, estos solían durar entre una semana y diez días. La actual secuencia ya supera las dos semanas, y los expertos consideran que diversos factores geológicos están detrás del fenómeno.

Las islas Tokara se encuentran en una región particularmente compleja desde el punto de vista tectónico. Según el profesor Shigeru Nakao, director del Observatorio de Terremotos y Volcanes del Arco Suroeste de la Universidad de Kagoshima, la zona está sujeta a fuerzas contrapuestas: por el este, la placa del mar de Filipinas se hunde bajo la placa continental, y por el oeste, el “foso de Okinawa” empuja el terreno marino hacia los lados.


“Es una región donde actúan tensiones desde ambos lados”, explicó Nakao a la prensa local. Sin embargo, aclaró que esta configuración geológica no basta para afirmar con certeza que sea la causa directa de los sismos actuales.

Otra dificultad radica en la limitada infraestructura de medición sísmica en estas pequeñas islas remotas, lo que complica un monitoreo preciso. Aun así, los investigadores no descartan una conexión con la actividad volcánica. Las islas Tokara forman parte del cinturón volcánico que se extiende desde Kirishima hasta Sakurajima, y se ha confirmado la existencia de magma a más de 10 kilómetros de profundidad en las cercanías, aunque Nakao considera “poco probable” una relación directa con volcanes como Suwanosejima.

¿ES POSIBLE UNA ERUPCIÓN SUBMARINA?


En cambio, el profesor Takuya Nishimura, del Instituto de Investigación para la Prevención de Desastres de la Universidad de Kioto, sostiene otra hipótesis: “Es posible que el magma en niveles más superficiales esté estimulando las fallas subterráneas, o incluso que su movimiento esté ensanchando la roca y desencadenando la actividad sísmica”. Nishimura añade que la presencia de fluidos volcánicos como gas o agua puede lubricar las fallas y hacerlas más propensas a deslizarse.

Esta interacción entre magma y terremotos ya ha sido documentada en Japón. En 1989, una secuencia sísmica en el este de la península de Izu desembocó en una erupción submarina. Y en el año 2000, la isla Miyakejima, en el archipiélago de Izu, también experimentó un enjambre sísmico seguido de una erupción volcánica que obligó a evacuar a toda su población.

No obstante, Nishimura aclara que el nivel de actividad actual en Tokara es inferior al que se observó en Miyakejima. “La frecuencia de terremotos de magnitud 5 o superior ha sido menor, y los temblores parecen estar disminuyendo”, indicó. Según su análisis, la probabilidad de que ocurra una erupción submarina en el corto plazo es baja, aunque insiste en que el fenómeno debe seguir siendo monitoreado de cerca. (RI/AG/IP/)



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