
Un maestro de una escuela primaria pública en la ciudad de Sasebo, prefectura de Nagasaki, ha sido reprendido tras conocerse que grabó sin permiso a sus alumnos durante una clase con el fin de identificar a quien le arrojaba una goma de borrar. El hecho ocurrió el pasado 25 de junio, y la noticia ha desatado un amplio debate en la opinión pública japonesa, especialmente en redes sociales.
Según informó el Comité de Educación de la ciudad, el docente utilizó la cámara integrada en un ordenador del centro educativo para registrar en video lo que ocurría durante la clase, sin informar previamente a los estudiantes ni a sus familias. Posteriormente, con base en las imágenes, identificó a los responsables y los reprendió.
La dirección de la escuela, al conocer la situación, consideró que la grabación sin consentimiento «carece de consideración hacia los alumnos, con quienes se debe construir una relación de confianza». Por tal motivo, convocó de urgencia una reunión con los padres de familia, a fin de explicar lo sucedido y las medidas que se adoptarán. Un día antes, el maestro pidió disculpas a los estudiantes.
REACCIONES EN LA SOCIEDAD JAPONESA
El caso ha generado un intenso debate en portales como Yahoo! Japan, donde cientos de personas han comentado la noticia. Si bien las autoridades educativas han puesto énfasis en el carácter inapropiado de grabar sin permiso, una parte considerable del público ha expresado su comprensión hacia la actuación del maestro.
Muchos usuarios se preguntan por qué se culpa exclusivamente al docente, destacando las dificultades que enfrentan día a día quienes están frente a un aula. “Los profesores ya no saben cómo actuar. Si reprenden a un alumno, es considerado castigo físico. Si intentan actuar con pruebas, los acusan de grabación ilegal”, señaló un comentarista, quien agregó que este tipo de situaciones desmotiva aún más a quienes desean ingresar a la docencia.
Varios usuarios también dejaron claro que la grabación realizada por el maestro no debe confundirse con casos de voyeurismo o grabaciones inapropiadas que han escandalizado a la sociedad japonesa en el pasado. “Esto no fue una filmación con malas intenciones, sino una medida para frenar un comportamiento peligroso”, escribió un comentarista. Otros señalaron que sería injusto tratarlo como una violación grave de la privacidad, ya que el propósito era estrictamente disciplinario y no personal. La distinción entre vigilancia con fines educativos y grabaciones ilícitas fue uno de los puntos más repetidos en los comentarios.
Por otro lado, algunas voces advirtieron que aunque las intenciones del maestro fuesen correctas, debería haberse optado por otros métodos, como hablar directamente con el grupo o consultar con la dirección sobre la posibilidad de usar cámaras de manera oficial. “Es humillante que un docente tenga que soportar que le tiren cosas por la espalda. Pero aún así, es peligroso abrir la puerta a grabaciones sin autorización”, afirmó un internauta.
Aunque las normas son claras respecto a la privacidad de los menores, muchos consideran que, en determinadas circunstancias, es necesario revisar los límites y repensar qué herramientas pueden utilizar los educadores para garantizar un ambiente seguro y propicio para el aprendizaje. (International Press)
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