La idea de que la “occidentalización de la dieta” es la principal causa del aumento de enfermedades crónicas como la diabetes en Japón ha sido cuestionada por el Dr. Satoru Yamada, especialista en diabetes y director del Centro de Diabetes del Hospital de Investigación Kitasato, en declaraciones a Mainichi. Según el doctor, esta percepción generalizada carece de respaldo científico claro y está basada más en un prejuicio cultural que en datos verificables.
El término “occidentalización de la dieta” se utiliza para describir la creciente influencia de alimentos occidentales, como la comida rápida, en los hábitos alimenticios japoneses. Según Yamada, este concepto ha sido erróneamente vinculado al aumento de las enfermedades crónicas en Japón.
En décadas pasadas, se atribuía el incremento de la diabetes al mayor consumo de grasas asociado a este cambio alimenticio. Sin embargo, a partir del siglo XXI, la proporción de grasas en la dieta japonesa ha disminuido, mientras que el consumo de carbohidratos ha aumentado, y aun así, las tasas de diabetes han seguido creciendo.
Esto contradice la narrativa de que la occidentalización alimentaria es la principal culpable. “El concepto de que la dieta occidental perjudica la salud japonesa es un prejuicio que refuerza la idea de que ‘la comida japonesa es la mejor para la salud’, pero esto no está respaldado por la evidencia”, señala.
LA VERDAD DEL WASHOKU
A pesar de su reputación, Yamada advierte que la dieta japonesa tradicional, conocida como washoku, tiene sus propios problemas. El alto contenido de sal y carbohidratos en platos como sopas, pescados cocidos y arroces puede contribuir al desarrollo de hipertensión y diabetes. Según investigaciones realizadas en las 47 prefecturas de Japón, se encontró una correlación entre un mayor consumo de sal y carbohidratos con mayores índices de enfermedades metabólicas.
Incluso alimentos percibidos como saludables, como el soba con tororo (pasta con puré de ñame), pueden causar picos de azúcar en la sangre debido a su alto contenido de carbohidratos, en contraste con platos como la carbonara, que contienen grasas y proteínas que ayudan a moderar este efecto.
APRENDER DE OTRAS CULTURAS
El Dr. Yamada propone aprender, por ejemplo, de la dieta mediterránea, que ha sido ampliamente reconocida por sus beneficios para la salud. Caracterizada por un alto consumo de grasas saludables como el aceite de oliva, además de pescado, vegetales y frutos secos, esta dieta ha demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes en estudios clínicos.
Yamada también destaca el potencial de incorporar más grasas saludables en la dieta japonesa para contrarrestar los efectos negativos del alto consumo de sal y carbohidratos. Ejemplos prácticos incluyen usar aceite de sésamo o mantequilla sin sal como aderezos en lugar de salsa de soja, o sustituir platos salados tradicionales por versiones más equilibradas, como la preparación de vegetales y pescados al estilo mediterráneo.
Finalmente, el experto resaltó que la globalización de las culturas alimentarias es una oportunidad para enriquecer la dieta y mejorar la salud. En lugar de criticar la influencia occidental, aboga por combinar lo mejor de cada tradición culinaria y adoptar prácticas alimenticias respaldadas científicamente, como el control de carbohidratos y el aumento del consumo de grasas saludables. (RI/AG/IP/)
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