Japón rechaza la residencia a un refugiado de Sri Lanka casado con una japonesa

El Tribunal de Distrito de Tokio desestimó la demanda interpuesta por Naveen, un ciudadano de Sri Lanka, y su esposa Naoko, japonesa, quienes buscaban obtener el reconocimiento de refugiado y un permiso de residencia especial para él.

La decisión reafirma la postura restrictiva del gobierno japonés en casos de inmigración irregular, dejando en el aire los derechos fundamentales de esta pareja, unidos tras años de lucha y adversidad.


Naveen llegó a Japón en 2004 tras sufrir un brutal ataque en Sri Lanka, donde él y su padre eran activistas políticos. Perseguido por partidarios de un grupo opositor, Naveen huyó a Japón con un visado de estudiante. Sin embargo, las circunstancias le jugaron en contra: la agencia intermediaria a la que había confiado parte de su matrícula desvió el dinero, y esto le impidió seguir sus estudios y renovar su visado.

A partir de 2005, Naveen comenzó a vivir en Japón sin un estatus legal, incapaz de regresar a su país debido al temor por su vida. En 2013, presentó su primera solicitud de reconocimiento como refugiado, que fue rechazada poco después. En 2016, se casó con Naoko, con quien había comenzado una relación en 2005. A pesar de esto, las autoridades negaron en 2022 tanto su segunda solicitud de reconocimiento de refugiado como su petición de residencia especial basada en su matrimonio.

MATRIMONIO SIENDO ILEGAL ¿NO SE ACEPTA?


El tribunal justificó su decisión argumentando que la relación matrimonial “se construyó sobre un estado de residencia ilegal” y que no se probaba que el gobierno de Sri Lanka no pudiera garantizar la seguridad de Naveen. Según los abogados de la pareja, la corte ignoró las circunstancias que llevaron a la situación actual, como el fraude que le impidió renovar su visado inicialmente.

Además, cuestionaron que la sentencia subestima los derechos fundamentales reconocidos en el derecho internacional, como el derecho de los cónyuges a vivir juntos. “El tribunal ha fallado en proteger una relación matrimonial que se forjó a lo largo de años y en medio de múltiples dificultades”, comentó la defensa de la pareja

SOLO QUIEREN VIVIR UNA VIDA NORMAL


Tras el fallo, Naveen y Naoko expresaron su decepción. “Amar a mi esposo no depende de un visado. Solo queremos vivir juntos, sin miedo a la separación”, afirmó Naoko. Por su parte, Naveen lamentó no haber podido regularizar su situación a tiempo: “Nunca imaginé que algo tan humano como el amor sería puesto en duda de esta manera”.

La pareja, que planea apelar el fallo, pide un enfoque más humano por parte del sistema migratorio japonés, que sigue siendo uno de los más restrictivos entre los países desarrollados.


Mientras Japón ha mostrado cierta flexibilidad en casos humanitarios, como otorgar permisos de residencia a niños nacidos y criados en el país, los casos relacionados con cónyuges internacionales no reciben el mismo nivel de protección.

Se ha otorgado visa especial al 80% de los menores en esa situación, pero no a sus padres. La defensa afirma que la política migratoria japonesa “coloca los derechos humanos en un lugar secundario frente a la aplicación estricta de las leyes migratorias”. (RI/AG/IP/)


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